Joan, Balbino y yo, hemos dormido en la furgo, en la Font de la Figuereta. Habíamos elegido una vía a priori sencillita, pero no imaginábamos hasta que extremo lo es. Se trata de una rampa, rampa, menos la entrada de la vía, que se las trae. El primer paso consiste en la superación de un desplome, que está de quinto. A lo mejor si que es quinto, pero en frío y con las suelas embarradas... menos mal que no es obligado, porque hemos pringado los tres. Luego sigue un tramo guarro, por un diedro con tierra y vegetación, en dónde la dificultad depende de lo que te fíes de las ramas como presa. Algunos arbustos más sólidos sirven como seguro.Así cinco o diez metros y despues ya se tumba la cosa y empieza un terreno que va a ser la tónica general de toda la escalada: placas tumbadas y fáciles, com buena roca en general, aunque con alguna excepción, y algunos resaltes en los cuales aumenta la dificultad ligeramente, sin pasar en ningún momento de cuarto, quizá algún paso de cuarto superior, por no contradecir la reseña original.
El caso es que no ha venido mal que fuese así, porque una lluvia intermitente ha dado el punto de emoción y, de haber sido más dificil la vía, no hubiésemos sido capaces de hacerla estando mojada.
El descenso nos ha costado más que la escalada y no es exageración. Supongo que en seco será otra cosa, pero así, tan resbaladizo, ha sido verdaderamente incómodo. Se trata de bajar por una canal equipada con cables, cadenas y cuerdas fijas.
En definitiva, he conocido una región magnífica a la que pienso volver.