domingo, 27 de diciembre de 2009

Mutant World


Sigo refugiándome del frío, en el Pic del Martell. Esta vez en compañía de Pere y Quima. La vía la a elegido Pere, que ya la había recorrido muchos años atrás. La elección ha sido magnífica (desde el punto de vista de que lo más dificil ha sido para él).
El primer largo es el más mantenido y he tenido que apretar lo mío, que los principios se me suelen atragantar, y eso que iba de segundo, un poco asustado, pensando que si la tónica era esa, de primero me daría la risa tonta. He tardado algo así como un huevo, poco más o menos.
Luego, en el segundo, ya me he metido yo, con la espectativa de que es mucho más fácil. Ya lo creo que lo es, no tiene el menor problema. La reunión bajo una placa que acojona, por donde la vía continúa.
Placa en la que Pere tiene que apretar y Quima, que hasta ahora había subido con mucha facilidad, tamién, a pesar de un acerillo. El problema lo tiene en su corta estatura, ya que no alcanza a las presas, que son las únicas que hay. De todas formas, lo soluciona sin entretenerse mucho. Yo también hago un a cero que, al ser más alto que ella, me permite subir sin demasiados problemas. Además, ya voy entrando en situación.
Me toca la última que, en principio, tiene un paso duro.
El llegar hasta el paso duro parecía muy fácil y, aunque no lo es tanto, voy progresando bien, colocando algún que otro friend. Por fin llego al paso duro, en el que hay un parabol. Se trata de un desplome, recorrido por una fisura. Para decidirme a chapar el Parabol, coloco un friend. Pruebo y encuentro un buen buzón, me supero, bloqueo, busco y no encuentro otro buen canto para la otra mano, que es lo que me haría falta. Saco el friend de debajo del parabol y lo pongo más arriba, con la esperanza de que me sirva de trampeo, pero no, no me sirve. Lo vuelvo a probar dos tres veces más y nada, que no sale. Entonces miro a la derecha y veo que, a unos dos metros, hay un espoloncillo por el que parece más fácil. En efecto, el escaqueo da resultado y, con facilidad, me planto encima del desplomillo. De allí a la reunión es coser y cantar.
Quima, tras varis intentos y con gran esfuerzo, supera el paso del desplome. Es una "jabata". Pere no tiene grandes problemas. Me fijo en como empotra la mano en la fisura, con mucha técnica.
De aquí a la cima, solo resta una fácil grimpada, medio andando, que hago yo mismo, ya que era como iba mejor para las cuerdas.

He encontrado la vía muy guapa. Semiequipada, con paraboles, en los lugares más comprometidos y en las reuniones, que son en buenas repisas. Además, puede completarse el equipamiento con facilidad, con friends y tascones. Está de quinto, pero algunos pasos podrían ser un poco más, sobre todo si no se está muy acostumbrado al tipo de roca.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Retorno Mágico

Vía de sugestivo nombre, que asciende al Pic del Martell, por terreno con bastante vegetación. Graduada de cuarto y cuarto superior, casi solo hay equipamiento en las reuniones, que están con paraboles inox, salvo la segunda, que aprovecha una laja, en la que hay colocada una cadena, además de un spit y no se si algún buril (en esa no me paré). La primera la pasamos de largo y la hicimos en un clavo con cemento, reforzándola con un friend y un tascón. Todas están ubicadas en cómodas repisas. Los largos están limpios, salvo un parabol, un clavo y un buril (creo). Ah, y friend que no se puede sacar. Eso si, se puede poner de todo por todas partes.
Mis compañeros han sido Joan y Fernándo.
Hemos coincidido con otra cordada de veteranos, conocidos de Joan. En la foto puede verse la retención que provocaba un servidor, mientras escalaba el tercer largo.

La vía me ha gustado bastante, a pesar de la vegetación. Escalada atlética y divertida, con algunos pasos que nos los hemos tenido que mirar, pese al grado indicado en la reseña, pero muy asequible en general, y con la gran ventaja de resultar fácil la colocación de friends y tascones, además de abundancia de puentes de roca y arbolitos.

El primer largo es el que me ha resultado más dificil, con algún que otro pasito que, para ser cuarto... vaya vaya. También es verdad que las primeras tiradas suelen costarme más, hata que no entro en calor y en situación...
La segunda, a la salida de la reunión (haciendo la reunión donde la hicimos), tiene un trocito de unos tres o cuatro metros, que es considerado lo más difícil, está de cuarto superior, aunque algunos le dan más. Se trata de un par de pasos de decisión y un poco técnicos, que supero sin muchos problemas.
La tercera, que es la que me ha tocado, también tiene un inicio de mirárselo, lo soluciono arrastándome como un gusano, por entre unos matorrales. El resto es un festival de supercantos, con infinitas posibilidades para asegurarse. Dices: "ahora quiero un seguro" y tienes para elegir entre al menos dos o tres posibilidades, todas buenas.
La cuarta y última es parecida a la tercera, pero sin la dificultad inicial, aunque puede haber algún pasito, según por donde se vaya, que es un poco de buscar el camino.
Y no pasé nada de frío, como me había abrigado tanto y allí el clima es mucho más benigno, inclso me quité la chaqueta.

Al final de la jornada, cayeron unos callos a los que teníamos echado el ojo desde por la mañana.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Para Jordi Pazos, desde el respeto, pero con sinceridad.

Yo soy un escalador malo y cobarde, pero también soy consciente de mis posibilidades, que es lo primero que tiene que ser un escalador, así es que, consciente de mis posibilidades, elijo vías de poco grado y muchas chapas. Como hay muchas vías de todas clases, puedeo escalar todos los domingos. A veces me canso de ir de chapa en chapa y elijo vías de todavía menos grado y sin tantas chapas.
En ocasiones, en muchas ocasiones, voy con algún colega que escala mejor que yo y se hace lo más difícil de primero, o se lo hace todo, que también pasa.
Luego están los recursos naturales de la pared, que son lo mejor de todo, fisuras en las que puedo meter cacharros que luego me llevo y no dejan huella, agujeros que sirven a la misma finalidad, merlets, sabinas... lo importante es saber donde me meto y en que circunstancias lo hago. Si un día me meto en donde no debía y me hostio, no debo de echarle la culpa a nadie, porque nadie me ha obligado ni engañado para que vaya.
También podría suceder que, en una vía que es de mi nivel, me suceda algún percance, que también puede pasar. Ese es un riesgo que asumo. Yo soy quien decide cuanto riesgo quiero asumir, yo soy quien decide que quiero practicar la escalada, yo soy quien decide que escalada quiero practicar...
Incluso podría abrír vías a mi medida, no lo hago, pero podría, siempre que lo hiciese en donde no había nada. El problema se presentaría si las abriese por encima de otras vías que ya existían, porque es muy probable que a alguien le moleste, incluso es posible que alguien quite lo que yo he pusto, con ningún derecho, con el mismo ningún derecho con el que yo lo he puesto. Y si además, previamente, he insultado y desafiado, si he anunciado mis acciones como una amenaza y, además, lo he hecho públicamente, es previsible que el asunto no va a tener un buen final, y si a todo eso le sumamos que he contravenido no sólo la opinión generalizada, sino incluso la normativa legal...

Si quisiese restaurar vías antiguas y deterioradas, lo pensaría y planearía bien, lo comentaría con otras personas, es posible que incluso siguiese los cauces legales, aunque de eso no estoy muy seguro, pero ante todo, respetaría el carácter de la vía y de los escaladores de la zona. De esta manera, a pesar de que no faltaría alguna crítica, porque nunca llueve a gusto de todos, la sangre no llegaría al río, la vía quedaría restaurada y yo estaría a bien con mis paisanos. ¿Qué problema hay en hacerlo así?

lunes, 7 de diciembre de 2009

Diedro Farreny

Este domingo me he unido a una cordada amiga. La formada por Lluis y Ángel. Escalar con Lluis es escalar con guía. El asume, de forma permanente, la posición de cabeza de cordada, y no le gusta que sea de otra forma, aunque en ocasiones hace alguna excepción. Esa situación me permite recorrer vías que, de otra forma, serían inasequibles para mí. Esta vez ha sido una de esas ocasiones.
El Diedro Farreny, en Vilanova de Maiá, a la vista de la reseña, parece una vía asequible. Lo es para la gente que escala bien, pero cuidado los que vamos justitos de grado. Se trata de una escalada que, no siendo de extrema dificultad, resulta bastante exigente, tanto técnica como físicamente. Ademas, ojito con el grado, que es estilo Sant Benet. Está algo equipada, pero solo algo. Hay que currárselo. Tenía y sigo teniendo ganas de hacer vías que no sean ir de chapa a chapa y esta es una de ellas. Claro que, en este caso, el que se la ha currado es Lluis. Yo solo me he arrastrado por allí, detrás de él.

La primera reunión aconsejan no hacerla, pero nosotros la hemos hecho y no nos ha ido mal.
El primer largo no es difícil, pero es muy descompuesto y da bastante yuyu.
La segunda empieza con un paso en desplome, sin nada para los pies, que es el que más me ha costado de la vía (en la reseña, cuarto superior, je je). luego ya es menos difícil, pero sin ser fácil.
El tercero, en contra de lo que se refleja en la reseña, es para mí, el más duro de la vía. Tiene una medio bavaresa, un empotramiento de pie y brazo, una chimenea herbosa...
La cuarta (tercera oficial, o sea, si no se hace la primera reunión), es la considerada más difícil. Es larga (unos cincuenta metros) y exigente. Además, ya se lleva el cansancio de antes. Seguro que la la percepción de alguien que esté fuerte es muy distinta de la mía. A mí me ha faltado fuerza de brazos, no para esa tirada en concreto, que también, sino para la vía en general. A consecuencia de la reciente fractura e inmobilización del brazo, he perdido mucha fuerza y, lo más raro, es que la he perdido en los dos brazos, no entiendo por qué. El caso es que, en el último, o penúltimo, paso duro de la vía, la pila se ha terminado por completo y fiuuuu, a volar dos o tres metrillos, con el chicle de la cuerda y tal. No pasa nada, lo malo es que ahora tengo que volver a subir por dónde antes me había costado y con la pájara desencadenada. Lo intento y otra vez me caigo. Bueno, pues habrá que subir como sea. Supero el tramo problemático jumando con el shunt y un prusik y alcanzo terreno más fácil, en el que puedo progresar sobre los pies (el problema es en los brazos). Por fin pillo una chimenea, me cuelgo la mochila debajo y voy reptando por allí, hasta una reunión en un gran árbol seco que cualquier día se va abajo. Es muy gordo, pero está muy seco y, cuando te subes a el, para salir de la reunión, de das cuenta de lo que hay. Los colegas habían colocado un par de friends, para reforzar. Veo que la mochila se ha abierto y, mas tarde me daría cuenta de que he perdido la cámara fotográfica. Por si faltaba algo, a Ángel se le cae el shunt. De allí se sale ya por terreno fácil y se llega a una reunión de dos paraboles. a los diez metros o así, a la que me parece que llegarían las cuerdas. Junto a todas la reuniones hay otra reunión con paraboles, pero les han quita do las chapas, igual que a alguno que hay en los largos. Esos dos, como algún otro, la conservan. Para salir de aquí hay un paso atlético que no parece muy difícil, pero me es imposible superarme de brazos, así es que improviso un estribo, con la deisi, y para arriba, que se está haciendo tarde. Después de un tramo facilito, pero descompuesto, salgo por una rampa de tierra y estoy arriba.

Bajando se hace de noche y no tenemos muy claro el camino, pero con paciencia y frontales, conseguimos llegar al coche, sin hostiarnos por aquellos barrancos y canales.

Una cosa que me ha molado ha sido encontrarme con El Málaga, en el bar, a quién hacía más de treinta años que no veía. Aunque nunca me he encordado con él, aparece en los entrañables recuerdos de juventud. Me ha gustado charlar con él. Me ha hablado de una vía que ha abierto últimamente, en la Pared Bucólica, llamada Anís del Mono. También estaba Pepe Guerrero, con quién si escalé de joven. En cierta ocasión, en la pared de Patriarcas, compartimos, junto con El Patito, una aventura de esas que no se olvidan, con vivac agónico incluído.

La conclusió de la jornada es que tengo que fortalecer los brazos y pienso hacerlo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

La Pique Longue de La Granota


La previsión era de lluvia para el domingo, y de buen tiempo el sábado. Como yo no podía salir el sábado, por compromiso familiar, le aconsejé a Fernándo que escalase con otro compañero. Fernándo siguió el consejo y convenció a Joan y Joaquim de que saliesen el sábado, en lugar del domingo, como tenían previsto, y así lo hicieron, pero sin la compañía de Fernándo, que se vió obligado a dedicar la jornada al desarrollo una fortísima discusión con su parienta, de esas que fácilmente terminan en separación y, en algunos casos, en crimen. Así es que, finalmente, estabamos Fernándo y yo, el domingo, bajo unas espesas nubes bajas que tenían pinta de empezar a soltar en cualquier momento, al pie de La Granota, localizando las chapas verdes de la vía Pique Longue.

Como suele hacer la mayoría, según tengo entendido, empezamos a partir del camino que va al mirador de Fra Gari, sin escalar los dos primeros largos, que consisten en la superación de un zócalo, en la base de la aguja.

Empieza Fernándo. Nos habían dicho que esa tirada es la más difícil. Es cierto.
El colega va superando los metros con relativa facilidad y, a los casi treinta, se encuentra con dos chapas juntas y entiende que está en la reunión, monta y recupera la cuerda que quedaba. Me dispongo a subir y entonces se da cuenta de que la verdadera reunión esta unos pocos metros más arriba. Decidimos que lo mejor es que llegue hasta ella. Cambia de reunión a través de unos pasos finos y, ahora sí, empiezo a subir. En seguida me doy cuenta de que estoy poco inspirado y me muevo con mayor torpeza de la que es habitual, pero bueno, voy haciendo. La dificultad es de quinto, más o menos mantenido y muy bien asegurado, como es la tónica general toda de la vía. Llego a la reunión y, despues de un breve respiro, continúo. Ahora la dificultad decrece y se mantiene entre el cuarto y el cuarto superior. Llego a una reunión a los veinte metros. El plan acordado es que la haría o me la saltaría, según lo viese. Decido continuar. Voy por una placa contigua a un diedro, en cuyo casi final hay un gran árbol. Llego hasta el árbol y continúo. Esta tirada la marca de quinto pero, salvo un paso al principio, que se puede escaquear, es menos, pongamos cuarto superior. Llegando al final del diedro, la placa se vuelve fácil pero descompuesta. La vía bordea una zona en la que se cae todo, buscando terreno más compacto. Llego a una gran explanada y, aunque hay una reunión de paraboles, ato la cuerda a una gran encina y vuelvo a bajar hasta el árbol del final del diedro, que también es una encina, para facilitar la comunicación con el compañero, facilitando también la caida de piedras. Trato de no tirar ninguna, pero la cuerda se encarga de tirarlas ella. Sube Fernándo, con las manos heladas y esquivando alguna que otra pedrada.
Ahora estamos en la gran repisa se tierra, rodeada de rocas. La más alta presenta un muro muy vertical, en el que lucen tres paraboles. Se trata del tramo de seis a. No estamos en una pared, es como un pequeño sector de deportiva. Si no se hace, no hay ningún problema en subir por la derecha, haciendo una fácil grimpada.
Fernándo se curra el seis a de marras, a costa de grandes esfuerzos y con mucho descanso y reflexión en cada una de las chapas. Vaya, ahora tengo que subir por ahí, que estásn las cintas puestas. me arrastro por la pequeña paredita, utilizando las cintas como presa, siepre que me quedan al alcance de la mano, es decir, a cero garrulo por un tubo.
Luego sigo andando por una cresta que encuentro estética, con el monasterio allí abajo, hasta el pie de una estrecha arista, por la cual continúa la linea de chapas verdes que venimos siguiendo desde abajo. Parece factible y me muestro dispuesto a meterle, pero Fernándo dice que se encarga él, cosa que resulta beneficiosa para mi persona, ya que es más dificil de lo que parecía, quinto mantenido, que con la roca fría y lo poco fino que estoy (además de lo poco fino que soy)...
Este último largo lo hacemos como si se tratase de una vía deportiva, descolgándonos al llegar al final.

Volvemos a la gran repisa arbolada de debajo del seis a, desaciendo la cresta y la grimpadita, y montamos el rappel en las evidentes anillas. Vaya guarrada de rappel, por una canal vertical, bien poblada de ramajes, tierra y piedras sueltas. Las cuerdas hechas un ovillo atravesado por palos. Llego a dudar que sea por allí, pero sí, parece ser que sí, que por allí era. Por fin, tras mucho enrredo y desenrredo, caigo en una olla y, después, bajo un poco más y llego a la parte superior de una canal, dónde encuentro una cuevecita, muy útil para guarecerme del apedreo que se prevé, condo baje el colega. Menos mal que he podido esconderme, porque cada vez que alguien baja por ahí, cae de todo.
A continuación vamos bajando la canal, en la que encontramos una cuerda fija y, poco después, estamos en el pie de vía. Empieza a llover. El monasterio lo tenemos a tiro de piedra y parece ser que fuera del bosque lleva más rato lloviendo.

Resumiendo, que parecía que iba llover en seguida, pero aguantó lo que necesitábamos, que yo estaba poco acertado, pero llegué hasta arriba... así es que puedo contarlo como éxito y una vía más, hecha.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Fracasando en el Gorro



La intención primera era la de ir a la Pique Longue de la Granota pero, en el último momento, Fernándo propuso la Magic Line y me pareció bien. Él ya la había hecho, pero le parecia adecuada en nuestra linea de progresión actual.

Nos repartimos los largos y el primero es para él.
Cuando llego a la reunión le digo que quiero abandonar. El motivo es que, aunque no es excesivamente dificil (salvo la entrada, que es brutal), ni demasiado expuesta, la relación dificultad - exposición me supera un poco. Es decir: me atrevo a afrontar esa deficultad, con un poco menos de exposición, y me atrevo a afrontar esa exposición, con un poco menos de dificultad.

Volveremos, cuando haya un pelin más de nivel por mi parte (medio gradito).

martes, 10 de noviembre de 2009

Miranda del princep, vía Dori, variante de entrada Picazo Nubiola.




Uuuuuuuuuu, uuuuuuuuuuuuuu, uuuuuuuuuuuuu..... ulula el viento, uuuuuuuu, uuuuuuu, uuuuuuu..........

Me llamó Joan a mitad de semana, a ver que hacíamos y planteamos dos o tres opciones, después volvimos a hablar al final de la semana, y supe que Joaquin está recuperado de su rotura fibrilar, mucho antes de lo previsto, vendrá con nosotros. Se plantea la Dori, de la Miranda del princep. Joaquim y yo la hemos hecho muchas veces, dice Joan, es sencilla, pero bastante larguita, ciento ochenta metros. Me suscribo a la iniciativa, porque la tengo en la lista, porque tiene una aproximación larga, que me gusta andar por la montaña y porque es larga.
Pues bueno, total, que vamos payá, y no por el camino más corto, que es por la Cova de la arcada, desde el Clot del tambor, sino por el Coll de porc, desde Can Massana, que dicen ellos que es mejor y, por mi, de puta madre, que como he dicho antes, me gusta andar por el monte.

La vía es una sucesión de rampas de tercero, interrumpidas de vez en cuando por tramos más verticales, en los que se convierte en cuarto, cuarto superior, con algún paso de quintillo, muy bien asegurado con paraboles, especialmente en los tramos mas difíciles.

Son seis largos de cuerda, o sea, dos por cabeza.
Como el día está de viento, cunto más parriba, más viento, pero bien, todo sobre ruedas hasta la cima.
Luego tiramos por un atajillo que se saben los colegas que, flanqueando por la base del Bitllot, te pones en el Coll de porc en na. de aquí pabajo por donde habíamos venido y a Santa Cecilia, a zampar unos bocatas, en mi caso acompañados de las dos birras de rigor, que corresponden a una postescalada, ellos con Coca Cola, que son abstemios los colegas.

Lo mejor de todo es que Joaquim esté bien ya.
Hala, a esperar al domingo que viene.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Magdalena inferior, vìa Apia.



Enterado del reciente reequipamiento y atraído por el olor del parabolt, me encamino hacia la vía Apia, de la Magdalena inferior. Me acompañan Fernándo y Juan Miguel.

Tengo por costumbre no contrariar la graduación de las reseñas pero, en este caso, lo haré un poco, no en el grado de la vía, que me parece correcto, pero si en el lugar en el que cologar los signos. La reseña utilizada es la de Kpujo.com, la única que he encontrado en internet (seguramente no la única que hay).

El día se presenta típico de otoño, con girones de niebla que se alternan con claros por los que se filtra el sol y un ambiente de humedad.

La vía resulta fácil de localizar, muy cerca del punto culminante de la escala de Jacob, se ven las primeras chapas verdes, que se pierden tras una pequeña panza de la roca.
Empiezo la escalada con pies de plomo, que estar cerca del suelo siempre me da miedo, al contrario de lo que le sucede a otras personas. Conforme voy ganando altura, gano también confianza y llego hasta la pancita, que tiene una chapa justo debajo y otra justo encima, para chapar en la de despues, hay que superar el pequeño esplome que ofrece. Para las manos hay unos buzones que te cagas, pero para los pieses nada. Trinco el buzón que más me gusta y me doy cuenta que de que la superación la tengo que hacer con la mano izquierda, la recientemente lesionada y, aúnque la recuperación va viento en popa, todavía no dispongo en ella de la fuerza normal y no me fio. Cambio de mano como puedo y tiro parriba, chapo, descanso un momento y sigo hasta una reunión muy sana, en un sitio bastante derecho, pero con buenos pies, el largo tiene unos veinte metros y está como cuarto superior, grado con el que coincido, excepto en el paso del desplomillo, al que le pondría quinto.

Fernándo le mete al segundo y, después de un par de metros derechos, con un paso finito, la pared se tumba y tercero hasta la reunión, también a veinte metros, poco más o menos. En la reseña pone el largo de quinto inferior. El paso finito si que debe de serlo, pero poner ese único signo en el largo, induce a una interpretación equivocada.

Continuo con la última, muy disfrotona. Empieza un poco tumbada, pero luego gana verticalidad, con grandes presas, unos treinta metros hasta la cima. Este último largo está graduado de quinto inferior, según la reseña, pero yo diría que no pasa de cuarto.

La he encontrado una vía divertida y amable, con buena roca y bien asegurada. Muy agradable de recorrer.

lunes, 26 de octubre de 2009

Sossis i patisants (Collegats)

Muchas veces he pasado por el desfiladero de Collegats y he quedado embelesado, pero nunca había sido mi destino. Ya era hora. Me encanta el ambiente que le rodea a uno, cuando está allí.
Joan, Balbino y yo, hemos dormido en la furgo, en la Font de la Figuereta. Habíamos elegido una vía a priori sencillita, pero no imaginábamos hasta que extremo lo es. Se trata de una rampa, rampa, menos la entrada de la vía, que se las trae. El primer paso consiste en la superación de un desplome, que está de quinto. A lo mejor si que es quinto, pero en frío y con las suelas embarradas... menos mal que no es obligado, porque hemos pringado los tres. Luego sigue un tramo guarro, por un diedro con tierra y vegetación, en dónde la dificultad depende de lo que te fíes de las ramas como presa. Algunos arbustos más sólidos sirven como seguro.Así cinco o diez metros y despues ya se tumba la cosa y empieza un terreno que va a ser la tónica general de toda la escalada: placas tumbadas y fáciles, com buena roca en general, aunque con alguna excepción, y algunos resaltes en los cuales aumenta la dificultad ligeramente, sin pasar en ningún momento de cuarto, quizá algún paso de cuarto superior, por no contradecir la reseña original.

El caso es que no ha venido mal que fuese así, porque una lluvia intermitente ha dado el punto de emoción y, de haber sido más dificil la vía, no hubiésemos sido capaces de hacerla estando mojada.

El descenso nos ha costado más que la escalada y no es exageración. Supongo que en seco será otra cosa, pero así, tan resbaladizo, ha sido verdaderamente incómodo. Se trata de bajar por una canal equipada con cables, cadenas y cuerdas fijas.

En definitiva, he conocido una región magnífica a la que pienso volver.

domingo, 18 de octubre de 2009

Vía Daniel Sa a la Miranda de las Boigas



Ya casi bien, tras la fractura de muñeca que he sufrido este verano, he ido con Joan y Fernándo a la vía Daniel Sa, de la Miranda de las Boigas. Vía elegida bajo varios condicionantes. Fernándo tiene una lesión de rodilla y andar es un problema para él, así es que tenía que haber poca aproximación. Joan pedía que diese el sol, porque está constipado y yo, como me reincorporo, viniendo de una lesión, pedía que no fuese dificil y que estuviese bien asegurada, para ir probando. O sea que tenía que ser una vía no muy dificil, bien asegurada, que diese el sol y con poco pateo. Llegé a preguntarme, muy sinceramente, si realmente queríamos practicar la escalada o si sería mejor que nos fuésemos a pasear por un parque.
Bueno, pues al final la cosa ha estado bien y ha sido a gusto de todos. Además son tres largos de cuerda, uno para cada uno. Para mí el primero, por ser el más fácil y yo el más malo de los tres. Veinte metros de tercero, con algún paso de cuarto y tres paraboles, flanqueando hacia la derecha, hasta una rerunión con buenas vistas del refugio y las agullas.
La segunda ha sido de Fernándo. La pared gana verticalidad y hay dos o tres metros finitos (V), dónde noto un poco de molestia, al tener que tirar del dedo corazón de la mano izquierda, pero solo un poco y solo en esas circunstancias, o sea que me estoy recuperando bien. El largo es el más dificil, pero está bien asegurado.
Por último le toca a Joan, un largo agradable de cuarto - cuarto superior, vertical, con buena presa y los seguros un poco menos cerca, pero bien, sin exagerar.

El descenso ha sido una excursión divertida para mí y molesta para Fernándo y su rodilla de cristal, con destrepes y canales.

La cerveza, indispensable y objetivo fundamental, en El Bruc.

Que bie, ya estoy escalando otra vez, que ganas tenía. En más de dos meses solo había hecho la Tio Gos, hace dos semanas, con la mano jodidilla.

domingo, 4 de octubre de 2009

A la mano coja


No me veía lo suficientemente recuperado del brazo, como para escalar. La mano está debil y dolorida. Juan Miguel me lo propuso, y también Fernándo, pero no lo veía nada claro y estaba dispuesto a seguir esperando. Sin embargo, el viernes a última hora me dejé seducir por Pere y Quima, que me ofrecieron rebajar su objetivo del domingo incluso a niveles ínfimos, con tal de que pudiese acompañarles. Decidimos ir a la Tio Gos, en el Gorro Frigi, que me faltaba en la colección de "love climbing - Arias".
La vía ha resultado sencilla y relajada, a pesar de la disfunción que todavía tengo en la mano izquierda, lo complicado ha sido llegar hasta Gorros, por culpa de las retenciones de tráfico y las aglomeraciones. Cuando ya estábamos a trescientos metros de la entrada del parquing del monasterio, el atasco era tal que dimos la vuelta y volvimos a Monistrol, para volver a subir en el cremallera.

En cuanto a la escalada, una vez conseguimos llegar, bien, muy facilita, salvo el principio del último largo, que está de seis a, pero no es obligado.
El primer largo y el segundo son muy sencillitos pero resultan agradables de escalar. El tercero y el cuarto son andando o casi y los hemos empalmado, saliendo a ensamble cuando se ha terminado la cuerda. El último ya no es tan fácil, empieza con unos pasos duros, que son el seis a, pero que, como decía no son obligados en absoluto. Pere, de primero, lo saca limpio, con mucha soltura y un par de resoplidos. Yo, estando sano, no se si lo conseguiría, probablemente no y asi, ni soñarlo. Se puede acerar bien, pero veo que la mano izquierda no me lo permite, así es que desplego los estribos y asunto resuelto. Luego sigue un cuarto superior-cuarto, que supero sin plroblemas, con algo de recelo en algún paso de mano izquierda, pero bien. Quima prueba y hace un par de acerillos que le duelen en el alma (orgullo de ganadora).
Una buena observación, a tener en cuenta por quien vaya, es que la reunión final, en la cima, está a la izquierda y cuesta encontrarla.
Después ya unas buenas cervezas y eso, y hala, hasta la próxima, que veo que hasta cuarto, de momento, puedo escalar.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Caminando





Calculaba que por estas fechas podría volver a escalar, pero el cálculo era erróneo. La recuperación está siendo más lenta de lo que esperaba y no se cuando llegará a su fin. Hay momentos en los que tengo la sensación de que será pronto, y otros en los que me parece que no va a ser nunca, pero, como realmente no hay mal que por bien no venga, sobre todo para un optimista empedernido como yo, esta situación a dado lugar a una actividad que tenía olvidada y que conduce a un estado mental que es el inicio del buen camino (lo se por experiencia). El buen camino en la montaña, en la escalada y en la vida en general.
Este domingo he ido a Montserrat a caminar, ya que escalar no puedo, y he caminado, inducido por alguna misteriosa inspiración y si habérmelo propuesto, de una forma que tenía olvidada.
Últimamente andaba en busca del pie de vía y antes, cuando mi regreso a la montaña, lo hacía con espíritu deportivo, con vocación por el esfuerzo.
Este domingo he deambulado por la montaña como solía harlo en otros tiempos, sin rumbo fijo, despacio, volviendo sobre mis pasos en muchas ocasiones, contemplando mi alrededor y observando los detalles, con un espíritu mucho más contemplativo que deportivo.
Estoy muy satisfecho de haber recuperado estas sensaciones que me llenan de buenas espectativas, que se transforman en ilusiones. Creía que los bosques de Montserrat no eran tan atractivos como antes y lo achacaba al gran incendio. Lo que no acababa de entender es que también sucediese en los lugares a los que no llegó el fuego. Ahora me he dado cuenta de que no es el bosque el que ha cambiado, sino mi forma de verlo. Ahora estoy volviendo a verlo como antaño.

martes, 4 de agosto de 2009

Directa de l' Avatar y la Dent d' Orlú







Siete de la mañana... Plaza Orfila... Furgoneta industrial reciclada como vehículo de "expedición"... Trajín de mochilas...

Un buen bocadillo en Coll de Nargó...

Aproximación de una hora, poco más o menos, hasta el pie del Tossal de la Feixa y empezamos a escalar casi al medio día.

La vía Directa de l' Avatar, made in Gillem Arias, benefactor de los limitados, me ha gustado mucho. Es mucho mejor que su vecina, la vía d' en Guillem, que hice hace poco. La pared es mucho más estética y aérea y la dificultad más sostenida, con buena roca y la profusión de paraboles característica de la firma G. Arias. Una vía para escalar relajadamente y sin gastar ni una gota de adrenalina.
Largo tras largo la vamos superando, pensando en lo tarde que vamos a llegar a la Dent d' Orlu, nuestro próximo destino, al queríamos llegar tempranito, para situarnos, que no lo conocemos, pero también queremos hacer esta vía, así es que asumimos que llegaremos tarde.

Descenso con el necesario recorrido por la estética cresta de los Pics del Coniller y cerveza en Coll de Nargó. Después, carretera y manta.

Cruzamos andorra y nos metemos por el túnel de Envalira. Salimos en Francia, ya de noche.
Llegamos a Ax les Termes y vemos un cartel de indica el camino hacia la Dent d'Orlu. Al final de una carreterilla, un parquing con alguna gente pernoctando, unos en furgoneta o autocaravana y otros en tiendas de campaña. Allí nos quedamos.

Al día siguiente un almuerzo pantagruélico, en el bar de una señora muy amable y simpática, que nos debió ver cara de hambre. No nos lo pudimos comer todo, y eso que yo soy un tragaaldabas.
Allí, entre la explicación de la mujer del bar y los mapas expuestos en la pared, nos damos cuenta de que estamos en dónde no es. Estamos en el valle al sur de la Dent d' Orlu y deberíamos estar al norte, en el siguiente valle.
Cogemos la furgona y nos vamos para allá. Remontamos una pista y llegamos a un parquing que es una rotonda. Ese es el bueno, al que teníamos que ir. Hay más escaladores. Preguntamos y nos indican el camino.

Aproximación de una horita o así, por bosques y prados pirenaicos, muy acogedores...

La pared está bastante concurrida, por cordadas de diferentes nacionalidades, en diferentes vías. En la nuestra no hay nadie. Es la Tapa Sens Dalle, una de las más fáciles, que la clave del éxito está en ponerse objetivos asequibles. Otra vez es casi el medio día.

Se trata de un tipo de escalada al que estamos poco acostumbrados. Son placas inclinadas, de adherencia. La roca es gneis, que es como el granito que venderían en un bazar chino. Parece granito, pero es peor, con menos adherencia.

En la segunda tirada, Fernando pierde el rastro de la vía y decide hacer reunión en una de la vía de al lado, teniendo que esperar a que un alemán saliese y la dejara libre.
Ahora me toca reencontrar el camino. Voy flanqueando hacia la izquierda y, por fin, vuelvo a encontrar algunas chapas de la vía. Termino haciendo un recorrido turístico por placas tumbadas y franjas herbosas y acuíferas, de sesenta metros que me lleva a la tercera reunión de la vía.

Durante toda la jornada vivimos rodeados de niebla y brumas, con el jersey puesto.
Las reseñas dicen que es una vía muy asegurada, pero no es cierto, la verdad que alejan, a veces más en lo difícil que en lo fácil. Se puedes poner cacharros, pero solo en algunos sitios. De hecho, no siempre se ve la siguiente chapa, lo que le da al asunto un puntito de aventura, obligándote a orientarte en la pared, que es lo mejor de la vía.

En realidad no es difícil, es creertelo, creer que te aguantas por adherencia y mantener una buena posición, con el eje de gravedad pasando por los pies y bien derecho. Si te pones bien y te lo crees, no tiene ningún problema, lo que pasa es que. entre la falta de practica y los alejes, da un poco de yuyu. Después de unos cien metros ya le he pillado el truco.

Las dificultades se concentran en el centro de la vía. Como siempre, lo hemos organizado de manera que a Fernando le toque lo más difícil, porque es el más fino de los dos.

Hay algunos pasos de quinto y, en una tirada, algo de quinto superior.
En uno que está como de quinto, hay una cuerda fija, con nudos, en un resalte. Mi compañero dice que no le parece serio, pero acaba por agarrarse a ella, que si está es por algo. En una guía francesa, que hemos visto, dice que se lleven estribos, puede que sean para ahí, en caso de no estar la cuerda fija.

Luego viene una que es la más dura. Marca quinto superior. El quinto superior está en la superación de un techito y el paso previo a él. En principio, se puede evitar desviándose por la izquierda, pero cuidado, que es de hierba, bastante vertical y, según como este de húmedo, puede ser complicado y desagradable. De todas formas, Fernando siempre va por dónde es e intenta y normalmente consigue, sacar los pasos limpios. Yo soy mucho más tramposo, sobre todo si voy de primero.
El paso del techo lo encuentro más de quinto superior, que es mi límite, y acabo por agarrarme a la cuerda. Fernando, que después de mirarlo bien, lo hace sin problemas, dice que si es quinto superior. El paso en cuestión consiste en superarse con el pie derecho en un garbanzo resbaladizo, a la altura de la cintura y las dos manos en ñapas.
A continuación viene una placa fina y bastante derecha, de quinto, unos cinco metros. Luego un flanqueo fácil, a la derecha y reunión.

Desde aquí faltan cuatro largos sencillitos, sin pasar de cuarto. Lo malo es que, en la antepenúltima tirada, cuando ya parecía todo hecho, la lesión de menisco que Fernando arrastra desde hace tiempo, decide hacerse notar. El hecho no impide que salgamos por arriba, pero hace que lo hagamos con mayor lentitud de la que ya solemos llevar, y la bajada, ni te cuento, es un camino un poco escabroso que, con la rodilla dolorida y el miedo a un nuevo achaque, recorremos a paso de procesión de las más lentas.
Por fin llegamos al bosque, ya anocheciendo y lo cruzamos con los frontales encendidos.

En el parquing hay una pareja-cordada de jóvenes que nos esperan con preocupación, a pesar de que no nos conocen. Han visto nuestra furgoneta, con una reseña de escalada sobre el salpicadero, la niebla y la noche y han deducido que podía haber visos de tragedia. Hablamos con ellos un rato, les explicamos y les agradecemos.

Queríamos darnos una buena cena, pero con lo pronto que se recogen en Francia, tenemos que conformarnos con el fuet que nos quedaba y unos churros que compramos en un puesto de feria que estaba cerrando, que estaban tan malos que acabamos tirándolos a una papelera. Dormimos aparcados, ya en el camino de vuelta y desayunamos en Puigcerdá, en la Plaza del Campanario.

No he publicado antes esta piada, que es de hace casi una semana, porque el trabajo me tenía secuestrado.
Ayer, día anterior a coger unos días de vacaciones, para irme con mi mujer, a pasear por ahí, he sufrido un accidente laboral y me he roto un brazo, así que, además de haberse jodido las vacaciones y el trabajo, voy a tener que estar una temporada sin escalar. Que se le va ha hacer...



MÁS FOTOS (están comprimidas en formato zip)

lunes, 27 de julio de 2009

Vía Esparraguera a la Roca Gris




Era una vía que teníamos pendiente, Fernándo y yo, de esas que todo el mundo ha hecho. Nos la habíamos planteado es mes pasado, pero estaba afectada por las regulaciones. Este domingo, por fin, hemos ido, acompañados por Joan, que la ha hecho varias veces.

Empieza Joan. El primer largo es cuarto, por un espoloncillo algo descompuesto y con no muchos seguros, aunque alguno hay.
La segunda es para mí, Continua el espolón, la dicultad aumenta a quinto y los seguros son más abundantes. Subo haciendo muchos a ceros y con poca inspiración. Ya al final de las dificultades empiezo a dudar mucho. No me decido. En realidad no veo problema en la roca, el paso en cuestión no es más de cuarto superior, con buena roca y un parabol a la altura de los pies, pero la cabeza me dice que no. Es el miedo absurdo que creía estar superando y que vuelve a invadirme. Termino por bajar avergonzado. Sube Joan.

La tercera es la mejor, por su primer tramo, que es un quinto superior muy vertical, con presa pequeña, pero muy buena. Es fuerza de dedos y un poco de posturitas. Se encarga de ella Fernándo y yo subo sorprendentemente bien, evidenciando ante mi mismo el gran desfase que hay entre lo que puedo hacer y lo que me atrevo a hacer.

A pesar de que los pasos más sifçiciles se encuentran en la tercera, la cuarta es, para mí, la más exigente, por la continuidad en el primer tramo. Quinto mantenido, durante bastantes metros, con seguros, pero no demasiado cerca, para la dificultad que es (tres o cuatro metros). Despues ya afloja mucho. El encargado de abrir camino es Joan.

En la quinta, como la dificultad decrece, vuelvo tomar la cabeza de la cordada. Son unos veinticinco metros de cuarto y, al final, tercero superior. Solamente hay un seguro fijo, al que añadido un friend y merlet.

Dicen que la última es la más bonita. Un diedro de cuarto, totalmente "clean", en el que resulta fácil la autoprotección. Como lo que llevo hecho de primero me parece poco y mal hecho, pido que me dejen hacer esta también. Solo hay un paso, al principio, que me cuesta un poquillo, lo demás resulta bastante fácil. El diedro se acaba con un desplome que lo cierra, y que hay que sortear por la derecha. Tengo calambres en los dedos de los pies, cosa que me ocurre a veces. A perro flaco, to son pulgas... me paro un poco, para recuperarme de la dolencia y continuo. Flanqueo a la derecha para evitar el desplome y me abrazo a unos bloques que parecen medio sueltos. Al superarlos, me doy cuenta de ya estoy arriba.

El descenso por los rápeles de la Urquiza - Olmo.

La vía no está mal, pero tampoco la encuentro especialmente atractiva. Claro, que puede tener que ver bastante, el sabor de fracaso con que he salido de ella.

martes, 21 de julio de 2009

Curioso berenjenal en la arista del Caval (Los hermanos Marx en el Cavall Bernat)








En primer lugar, explicar a los lectores que si no he publicado antes esta piada, ha sido porque una lesión ocular me ha impedido utilizar el ordenador, hasta hoy.
En segundo lugar, aclarar que, aunque esta escalada ha sido un ejemplo de en que plan no se debe ir, en ningún momento ha habido verdadero peligro, gracias del sólido equipamiento de la vía y que ha sido un cachondeo divertido y relajado, en el que los compañeros han estado a la altura de las circunstancias, a pesar de los pesares, y que han sido unos excelentes compañeros, con los que me volvería a embarcar en otro jaleo parecido.

Aclaradas estas dos cuestiones, paso a relatar una curiosa aventura, fuera de lo habitual:

Este domingo había quedado con Juan Miguel en la Fonda Xica, a las nueve de la mañana para, después de un buen almuerzo, ir a Gorros, a hacer algo poco complicado pero largo, seguramente empalmar más de una vía. Juan Miguel es un viejo amigo y compañero de fatigas que, aunque escala de tarde en tarde, después de muchos años de retiro, conserva una asombrosa facilidad para trepar por las placas montserratinas.
Llego puntual y me encuentro a varios conocidos, pero no a Juan Miguel, al que supongo a puto de presentarse.
Está Lluis, con Lourdes, Bermu y familiares. También piensan ir a Gorros. También Toni, con un hombre y una mujer a los que no conozco, que dicen que van a la Punsola.
Me siento con ellos... almuerzo...el grupo de Lluis se despide... y Juan Miguel que no aparece. Lo llamo por teléfono y resulta que tiene mal la hora del móvil y cree que es dos horas más temprano. Dice que, si viene, tardará un buen rato. Hago cálculos y me sale que empezaremos a escalar al medio día. Me dice que si tengo con quien ir, vaya, que él ya vendrá otro día. Le tomo la palabra.
La Punsola es una vía a la que tenía muchas ganas de ir, así es que acepto la invitación y me uno al grupo.
Se decide que haremos dos cordadas: Toni con Tatiana y Gonzalo y yo. Ellos tienen dos cuerdas de 10,2, así es que iríamos en simple. Además, yo llevo una Jocker, que, en principio, no va a hacer falta. Elloos aseguran con Gri-Gri.

Nos presentamos en Santa Cecilia y, al preparar el material, resulta que les falta un arnés. El del coche de al lado, que nos está oyendo, se ofrece a prestarnos uno que le sobra, y eso que no nos conoce de nada. Realmente hay buena gente por el mundo.
Solucionado el percance y muy agradecidos, cogemos el camino de L' Arrel. En el último momento, he cogido la Jocker, por lo que pueda ser.

Delante hay dos cordadas de gente fuerte, de fuera de cataluña. Se han venido de Chamonix, porque allí hace mal tiempo.
Le pregunto a Gonzalo como hacemos, si una cada uno. Me dice que sí.

Empizo yo. La primera es un boño descompuesto, de tercero a pelo. He visto que los de delante ponen un friend. Como no llevo, atasco un nudo de cordino en el mismo sitio. Queda estupendo.
Gonzalo sigue con la segunda, muy larga, cincuenta metros de cuarto, quizá cuarto superior arriba, con alejillos de cinco o seis metros, que el aumenta al salterse un seguro en el tramo final, que es el más difícil. Llega ala reunión y dice que no sabe como montárselo para asegurarme. ¡Increíble!
Sube Toni, chapando en nuestras cintas y monta la reunión.
Mientras voy subiendo voy reflexionando un poco. ¿Qué hago? ¿Me bajo? No. preopondré que hagamos una cordada de cuatro en la que Roni y yo nos repartamos los largos. De todas formas, el berenjenal y la lentitud, parecen asegurados y la vía permite una romería, por lo robusto del equipamiento. Además, no nois sigue ninguna cordada a la que podamos estorbar. Los de delante ya están por arriba y van por faena, así es que el caballo está para nosotros y nuestras torpezas. Vamos para adelante.

Formamos la cordada única y Toni le mete a la segunda. Va bien, con mucha decisión.
Cuando nos juntamos de nuevo, en la siguiente reunión, le propongo que, como va más fuerte que yo, en libre, se haga la siguiente, que es la más difícil, obligada y yo haría las tres siguientes, que tienen más artificial. Me responde que si, que él hace la que viene, pero que también piensa hacer todas las demás. Bueno, pues por mí vale, que he venido de invitado y, además, como soy un matao, pues mejor, más tranquilo y a verlas venir.

Toni va haciendo tiradas con mucha decisión y los demás le vamos siguiendo sin demasiados problemas. La chica está preocupada por el artificial, que solo lo ha hecho una vez y con problemas. Yo le voy diciendo que no se preocupe, que ya me encargaré yo de ayudarla.

La sombra nos cubre, sopla un poco de viento y hace fresquillo, a pesar de que estamos a mediados de julio.

Llega el artificial. Se puede hacer bastante o incluso todo en a cero, pero resulta más cómodo desplegar los estribos, sobre todo si no se está muy fuerte, como es nuestro caso.
Pues allí estamos, la muchacha y yo, al alimón, enseñándole el manejo de los estribos, poniendo el suyo en dónde no conseguía llegar, con todo el patio del Cavall, pero con muchas tranquilidad y buen humor. La mujer mresultó ser muy despabilada, además de valiente y, al final del largo ya no necesitaba ayuda. Claro que no íbamos era rápido y, cuando llegamos a la reunión, Toni está tiritando.

La siguiente es ya la penúltima, más corta y sencilla que la anterior. Toni la supera y Tatiana no tiene ningún problema. Ya no va ni despacio. Mientras tanto, por detrás, Gonzalo va superando largo tras largo sin despeinarse.

Al fín nos juntamos Tatiana, Toni y yo, en la última reunión. Gonzalo espera en la de abajo.
Toni, que ya ha hecho la vía, dice que desde allí hasta la cima, solo hay diez metros. La salida de la vía es con un flanqueo a la derecha de seis a o artificial, para después salir en libre hacia arriba, de cuarto superior, per él dice que la otra vez salió por una linea de chapas que sale en diagonal a la izquierda, superando un extraplomo en artificial.
Toni se mete por la salida de la derecha y tiene problemas. Estamos todos un poco helados. Al final no se decide y vuelve a la reunión. Les propongo que salgamos por el otro lado, pero Tatiana dice que quiere bajar, que está muy cansada. Toni tampoco parece muy decidido. Les planteo que bajar desde allí no es un momento, pero veo que es lo que quieren hacer. Yo, la verdad es que voy en un plan que me da todo lo mismo, así es que empezamos a rapelar los trescientos metros de arista, toda una aventura. Además, no tarda mucho en hacerse de noche y yo soy el único que lleva frontal. Hay algún momento un poco tenso, pero pronto vuelve el buen humor. La verdad es que tampoco hay mucho problema, solo un poco de frío y fijarse bien en lo que se hace. Las reuniones están todas con anillas y muy seguras y en este tipo de maniobras tengo cierta soltura. No hay más que ir bajando y ya llegaremos abajo.

Sufro un pequeño percance, un golpe en el ojo debió producirme una pequeña herida en el globo, que ha hecho que la lentilla me resulte insoportable. me la quito, me la pongo, me la vuelvo a quitar y decido prescindir de ella, a pesar de que ello me provoca una disminución de la visión. Por suerte, el ojo dañado es el que tiene menos visión de los dos. Tatiana, que me ve metiéndome el dedo guarro en el ojo, dice que ya la he cagado. Cuanta razón tenía. He sufrido una infección de aquí te espero, pero la verdad es que no tenía otra alternativa. He decidido dejar de usar lentillas.

Bueno, el caso es que, a las doce de la noche, alcanzábamos de nuevo el pie de vía.
Ahora tocaba bajar el trozo de canal y desacer el camino hasta Santa Cecilia, cosa que hicimos con lentitud, para no perder la costumbre de ser lentos. Con un solo frontal, menos mal de él, y yo tuerto. Total, que a las tantas en casa y con un ojo a la virulé, gajes del oficio...

Tengo que volver pronto a terminarla, llevando otro planteamiento más serio. Es una vía que merece la pena.

domingo, 12 de julio de 2009

Bego - Miguel - Kush, a la Agulla de Can Jorba







Muy buena vía, con roca excelente y dificultad asequible, aunque no fácil (para mí, claro). Además es muy larga y de seguros, bien, en mi opinión, el equilibrio exacto entre lo mucho y lo poco. Es decir, bien asegurada, pero no cosida.

Éramos cuatro y hemos formado dos cordadas. Delante Joan y Balbino se alternaban los largos, asumiendo Joan los de mayor dificultad. Joan era el único que conocía la vía. Siguiendo sus pasos, Javi y yo. En este caso, he asumido, de forma permanente, la posición de primero de la cuerda. Lo hemos hecho así por cuestiones de coco, que no de capacidad técnica. Yo tenía el día inspirado y me ha salido bien. Otro día será al revés. De hecho, precisamente yo, he escalado numerosas vías de segundo permanente. Precisamente estoy saliendo de esa situación y lo de hoy me ha venido fenomenal, para curtirme. Por otra parte, siempre he concebido la cordada como un equipo en el que cada uno aporta lo que tiene, en cada momento y en cada situación, y en dónde el éxito o el fracaso es de la cordada, independientemente de lo que haya hecho cada uno. Javi es un excelente compañero, que inspira seguridad. Un compañero fiable, en el que se puede confiar sin duda alguna, en cualquier momento, es un buen compañero, de primero o de segundo (igual que Juan Miguel en la Cerdá Pokorsqui del Elefant).

El hecho de llevar delante la otra cordada, ha sido de enorme ayuda, por la cuestión psicológica y porque me iban marcando el camino.

La primera tirada es larga y mantenida, cincuenta metros o casi, de cuarto superior, puede que algú paso pelín más. Al final afloja un poco, solo un poco. Los seguros a distancia razonable, para que cumplan su función, como es la tónica general de la vía. Además, todo paraboles inoxidables, nuevecitos y flamantes. Las reuniones con don o tres y anillas. Además, en sitios muy lógicos.

La segunda es bastante más fácil. De hecho, la primera es la que he encontrado más difícil. Es cuarto, quizá pasos de cuarto superior. Hay uno, que supera un pequeño desplome, al que le dan quinto inferior, pero no es ningún problema. Es un tirón de brazos, cogido a un buzón que te cabe la mano entera, metida hacia abajo. con la chapa en los morros, y no es obligado.

La tercera a la vista asusta, una placa impresionante, presidida por el techo. Luego resulta que no es para tanto, La roca es muy adherente, las presas buenas y no demasiado vertical. Cuarto superior, pero no tan mantenido como en la primera. Muy, muy disfrutona.
Cuando ya estamos un poco cerca del techo, flanqueamos a la derecha, por una repisa y nos metemos por un diedro que pasa al lado del techo. En este tramo la dificultad decrece. La reunión en una amplia repisa de tierra, con árbolado.

La cuarta empieza andando y luego sigue por una placa muy tumbada. A continuación, la placa se pone un poco más derecha. Le ponen cuarto, pero yo creo que no pasa de tercero superior. Eso si, no bajes la guardia porque los seguros escasean.

La quinta tiene un principio que ha sido el paso que más me ha costado. Está bien asegurado, con dos chapas muy seguidas, pero la cercanía de una repisa, me daba como resultado que si sacaba entre uno y otro, gorpearía en la puta repisa. y eso me ha hecho complicarme un poco más de lo necesario para hacer el paso limpiamente. despues cuarto superior y la dificultad va decreciendo, hasta cuarto, pasándose por otras dos chapas con pelín de alejillo (cinco o seis metros).

La última es corta y fácil. Unos veinte metros de tercero, tercero superior, potegidos con dos paraboles, de esos que no tienen tuerca y están como remachados.


El descenso lo hemos hecho poe la canal del Juego de la Oca, pero montando rápeles, por aquello de la ley del mínimo esfuerzo y pensando que ya habíamos cumplido con la faena.

Una vía atractiva y un buen paso en mi transición a escalar también de primero.
Una compañía magnífica (No frecuento otras, que bastante jodido es escalar, como para ir con gente chunga).

lunes, 29 de junio de 2009

Vía D' en Guillem, al Tossal de la feixa.








El punto de partida ha sido Sant Boi, a las siete de la mañana. primero habíamos planeado salir la tarde anterior, pero al final no ha sido así, ha habido cambio de planes. Hemos ido Joan, Joaquim y yo, en el coche de Joaquim. Almuerzo en Coll de Nargó y aproximación larguita, de una hora, bien, bien.

La vía es, como dice el propio Guillem, "para cuando seamos viejos". Quien sea enemigo de las paraboladas y amante de la escalada comprometida, de estilo tradicional, no va a encontrar en ella más que una aberración. Es, además de por el abundante equipamiento, porque este consiste en paraboles amarillos, al lado de buenas fisuras y sólidos arbustos, cosa que va en contra de la ética establecida para la escalada clásica, que dice que las expansiones se colocan cuando no hay otra pósibilidad. No es así en la escalada deportiva, en donde es habitual y normal encontrar expansiones junto a fisuras.
Las cuestiones éticas y morales son siempre subjetivas por completo. Podemos verla como una vía deportiva de largo recorrido. El caso es que yo, estando como estoy, bastante desvinculado de cualquier ética o moral (excepto en cosas como matar personas, maltratar animales, robar y otras en las que el resultado de la acción es de efectos enormemente trascendentales), me lo he pasado muy bien haciédola y, probablemente vuelva algún día a repetirla.
Cierto es que no es una vía de esas que te dejan una gran sensación y que son perlas en el palmarés, desde luego que no, pero resulta divertida y relajada. La dificultad es a la carta, dependiendo de cuantos paraboles utilices sólo como seguro y cuantos para ayudarte a progresar. Dice la reseña que la dificultad máxima obligada es de quinto, pero me parece a mi que no llega a tanto la obligación. Bueno, quizá algún pasito, no se, pero más bien no, por lo que recuerdo.
Lo que desde luego no es es fotogénica, porque los árboles son tan abundantes que casi siempre hay alguno que tapa.
La tirada que me ha gustado más es la tercera, hasta que empieza el artificial. Es un libre, graduado de cuarto superior, divertidísimo, una escalada atlética, con presas de escándalo.
La cresta cimera es preciosa, con unas vistas formidables y los buitres merodeando, aunque con tanto parabolt, van a comer poca carroña de escalador, los pobres.
El descenso es un poco de machaque. Se hace largo, pero realmente es bonito si te gusta andar por la montaña, muy bonito.

Hemos vuelto a estar en Sant Boi a las diez de la noche, después de un buen bocadillo, de sobras merecido, acompañado de una buena jarra.

En fin, un día completo. Caluroso, pero eso no me molesta mucho, más bien al contrario, amo el calor (siempre que no me quede sin agua). Otro día de estos, o de los otros, iré a hacer la vía Avatar, que me han dicho que es más dificil, pero con la misma profusión de chapas. Queda pendiente.

Todas las fotos

jueves, 25 de junio de 2009

Deportiva sanjuanera



Ayer, día de San Juan, me agregué al grupo compuesto por Lluis, Ángel y Lourdes, que habían quedado a las diez, en el bar Anna, para ir a hacer deportiva. La hora era la prudente, tras una noche prevista como de excesos. Excesos que yo, poco seguidor de tradiciones, no cometí. Me emborracho cuando me da la gana, no cuando lo manda el calendario comercial.
Pero el caso que me ocupa es que fuimos a un boño que, según he averiguado después, se llama "Agulla dels cartutxos".

Lluis abre un quinto superior y, a continuación un seis a, dejando los dos montados. Los demás los hacemos en top rope. El quinto superior lo saco, aunque con un saque, dos descansos, y un recolocamiento pillado de la cinta.
En el seis a me agarro de tres o cuatro cintas.
Finalmente, Lluis monta un top rope en un seis be, con un flanqueo de reunión a reunión. Solo lo hacen él y Ángel. Lourdes y yo, con el seis a, ya hemos quedado servidos y, además, ya es la hora de volver a meterse en la tasca, a libar, que eso se nos da bien a todos, y aquí se acaba la historia del día de San Juan.

MORALEJA: si no te sale un seis a, ¿para que coño vas a probar un seis be?

Salud y alegría, hermanos.

domingo, 21 de junio de 2009

Ópera prima







Ópera prima al Gorro Frigi. Hay que pedirle a Guillem Arias que abra más vías, que ya las hemos hecho todas. La Ópera Prima magnífica, de esas que nos gustan a los veteranos, con dificultad y buenos paraboles, aptos para colgar de ellos pianos, furgonetas, familias enteras...

Hemos sido la cordada magnífica, compuesta por Joan, Fernándo y un seguro servidor. Pim pam, ahora tú, ahora yo, aqui me agarro, aquí no y mira, ya estamos en la cruz de encima del Gorro. Allí he conocido a un excorredor ciclista y, como siempre que nos encontramos los ciclistas, nos ponemos a hablar y recordar historias sobre dos ruedas.

Joan ya había hecho esta vía cinco o seis veces, que como lleva treinta años seguidos escalando, ha hecho muchas. Los demás éramos primerizos.
La vía en cuestión, una gozada. La roca es magnífica, claro, es la del Gorro y el equipamiento el de Guillem Arias, para que voy a contar más. La dificultad máxima es, según las crónicas, seis a durillo, la obligada, quizá quinto.
Quien se maneje en el quinto bien asegurado, no se la puede perder. No tiene desperdicio.


Todas las fotos que hicimos

lunes, 15 de junio de 2009

La Rataplán






Este domingo me he unido a Toni y Javiesca, que iban a la Rataplán. Habían intentado hacerla en varias ocasiones, y habían desistido ante la caravana de cordadas que encontraron. Esta vez ha sido diferente. Eramos los únicos, cosa extraña.
Cuando estaba en la primera reunión, me han saludado Joan y Joaquim, que bajaban del Gorro Mariner.

La Rataplán es una vía siempre agradable, con pasos finitos en la primera y cantos que te puedes sentasr en la última, muy disfrutona y ultraasegurada, para retozar por la piedra sin ninguna preocupación.

Al pie del rapel hemos visto algo curioso: un corro de muchachas sentadas sobre una especie de mantel, en actitud impasible, con los ojos cerrados y emitiendo un zumbido gutural, al unísono. Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm, así constantemente, sin moverse, sin hacer caso de nada, como en trance. Así las encontramos y así se quedaron. Debían de estar meditando muy profundamente.

lunes, 8 de junio de 2009

La Pirenaica de La Momia









Cuatro veteranos y una moza nos hemos encaminado a una vía muy clásica, de una aguja muy clásica: la Pirenaica de La Momia.
Había una circunstancia especial, muy significativa, sobre todo para Joan, que casi treinta años atrás, había caído, precisamente en esa vía, desde la tercera reunión hasta el suelo, unos setenta metros, salvando la vida, milagrosamente, gracias que el impacto fue amortiguado por un árbol. Sufrió fracturas y heridas, pero no de mucha gravedad, y demostró ante la ciencia que, si no es tu hora, puedes hacer cualquier cosa y sobrevivir. Desde aquel día, Joan no había vuelto a aquella pared y, durante la aproximación, no dejaba de notar un cosquilleo en las entrañas.

Decidimos organizarnos en dos cordadas. Primero una de tres, con las posiciones fijas. Abirendo camino Lluis, que si no va de primero va a disgusto y, con lo bien que escala, no parece mala idea dejarle hacer. Tras el Lourdes, yo el últumimo. A continuación Joan y Joaquim, habituales compañeros de fatigas, se irían turnando en las tiradas.

Joaquim sale de una lesión en la planta del pie, de la que no está completamente recuperado y lleva mes y pico sin escalar.

El primer largo es pequeño pero matón. Un flanqueo bastante complicadillo y que te pilla en frío. Está como de cuarto superior (ejem...), pero, para mí, es lo más difícil de toda la vía. Joaquim lo pasa sorprendentemente bien, es un fenómeno.

El segundo empieza con un extraplomo muy pronunciado que, en libre, dicen que es siete a y, con los estribos, a dos e. Lourdes tiene problemas técnicos con los pedales, pero los soluciona a base de condición física y facilidad innata para la escalada en libre. No es que haya sacado el siete a pero, en cuanto la cosa afloja un poco, ya se se está superando más con la pared que con los estribos. Se continúa por una fisura discontinua, con equipamiento variado, como el resto de la vía. Buriles y clavos viejos, salpicados con parabolts intercalados. Puede hacerse todo en artificial, poniendo alguna pieza, o hacer las salidas en libre que a cada uno le pida el cuerpo.
La segunda reunión, equipada con paranbolts, como todas las demás, es especialmente aérea.
Joaquim tiene problemas. Consecuencia de su lesión, sufre mucho en el artificial y, desde el principio de la tirada, ve claro que debe abandonar. El problema es que el trazado no es vertical y Joan no ve claro como recuperar el material. Finalmente, Joaquim llega hasta la reunión, en una lenta progresión impregnada de sufrimiento, que se refleja en su cara. Lluis y Lourdes hacía mucho tiempo que estaban en la tercera, pero yo, como es natural, no abandone la segunda hasta que el problema no estuvo zanjado y los dos de la segunda cordada en el suelo. Le ofrecí a Joan cambiar el puesto conmigo, repetidamente, sabía que aquella escalada era especial para el, un reencuentro con los viejos demonios, pero no quiso aceptar.
Un día que había empezado caluroso, estaba cambiando radicalmente. El cielo se había cubierto, empezaba a soplar el viento y hacía frío. Los compañeros, que ya están abajo, me pasan una mochila con ropa de abrigo y agua. Esábamos tiritando y creo que, de no haber sido así, habríamos abandonado todos.
Por fin continuo con la escalada. Continúa la misma tónica: artificial con posibiliades de salir en libre y, al final, la fisura, cada vez más continua, se transforma en diedro con hierbajos y el libre es obligado. Parece ser que es quinto. Los compañeros están muertos de frío en la reunión y voy muy cargado, así es que aprovecho todo lo que encuetro en mi camino, incluido un estribo, para agarrarme y progresar lo más deprisa que puedo. Al cabo se terminan las ayudas y sigo en libre, pero la dificultad ya ha decrecido.
La tercera reunión, desde la que cayó Joan. ¡Increible! ¡Que hostión! Parece imposible que alguien pueda sobrevivir a una caída así. Soy ateo de gran fe, pero seguro que La Moreneta tuvo algo que ver, no pudo ser de otra manera.

Sale Lluis por un diedro extraplomado, con roca que inspira poca confianza. Va entumecido por el frío y la incomodidad de horas en una reunión colgada. Acaba de chapar el primer seguro, un parabolt, y resbala. Recupero cuerda rápidamente para reducir la caida, pero se ha quedado colgando de una mano. Por poco si lo acabo de tirar yo, con el tirón de cuerda. Demostración de sangre fría, muy propia de él, y continúa escalando, con una sonrisa. Eso está graduado de quinto superior.
Sigo escalando cargado de cacharros, cámara, mochila... Se me ocurre pensar que parecemos una cordada alpina antigua: El guía, el cliente y el porteador. No me importa ceder a Lourdes la situación más cómoda. Otro día será al revés.
El extraplomo en cuestión, lo supero con dos a ceros como dos masías. y luego ya sigo en libre, por diedro, me parece que de quinto, no lo recuerdo mucho, y alcanzo una reunión sobre repisa, lugar dónde confluimos con la Haus - Estrems.

De aquí se continua por una chimenea de no mucha dificultad y un solo seguro. En algunas reseñas pone que es cuarto y, en otras, que es cuarto superior. Me ofrezco a hacerla de primero, por echar una mano, más que nada, pero veo que para Lluis sería un sacrificio y no una ayuda, que no necesita, así es que no insisto.
Cuando llega mi turno, subo por allí, remolcando la mochila con la deisi y llego a un lugar de gran ambiente y belleza. A continuación de la chimenea, hay una bavaresa fácil y muy estética, por una laja que es el remate del hombro de la momia y que nos lleva a la última reunión, en una repisa estrechita, con un ambiente grandioso y, en este caso, un viento que, aunque no llegaba a ser tan fuerte como para tirar a un escalador, si que sobrecogía. Yo ya había estado allí antes, cuando hice la Haus - Estrems, hace mucho, mucho... Estar en sitios así es un privilegio que diferencia al escalador del resto de los humanos, privilegio del cual, los compañeros, forman parte muy importante.

El último largo, fácil pero grandioso. Cuarto y tercero, por una inmensa placa que podría ser perdedora. No encontramos ningún seguro instalado. Lluis, escalando con precaución y viento, aprovecha un merlet y coloca un friend y un tascón.

No nos oímos, pero se lo que hace Lluis y lo que debo de hacer yo. Se que está recuperando las cuerdas a través del reverso, se que cuando se acabe, hemos de salir. Son ventajas de conocer al compañero y tener absoluta confianza en él.
Pronto nos reunimos en la cima. Estamos muy contentos. Apretones de mano, miradas sonrientes, fotografías... Llegar hasta aquí nos ha costado más tiempo y esfuerzo de lo previsto, a causa de los contratiempos, y eso le da mayor valor al desenlace.

Después de desgrimpar un tramo, con ayuda de un gran cable de acero, y un rápel de cincuenta y cinco metros, encontramos a Joan, que ha observado la escalada desde Sant Benet y viene a nuestro encuentro.
En Sant Benet nos espera Joaquim. Bebemos cerveza, repartimos el material y nos vamos escaleras abajo, con la satisfacción de haber hecho una vía prciosa, que nos ha sabido a gran ascensión.

Más fotos y otra piada en el blog de LLuis