domingo, 31 de mayo de 2009
Magdalena superior. Vía Simón.
En algún sitio he leído que se trata de una vía fácil y, en algún otro, que es difícil. Decir que una vía es fácil o es difícil, es no decir nada, porque lo que para unos es fácil, para otros es difícil y, para algunos, imposible. Por eso se inventó la graduación. La vía Simón, a la Magdalena superior, tiene una dificultad de quinto grado, bastante mantenida, con algunos pasos de quinto superior, bien asegurada, con spits.
El primer largo es el más sencillo. Saliendo de la R0, por la derecha, encontramos un paso de cuarto superior, que nos da acceso a terreno más fácil y, al final, gana verticalidad. Está catalogado de cuarto. La reunión es colgada.
El segundo, va en diagonal hacia la izquierda, por placa muy bonita, de quinto. Una vez cerca de la canal, seguimos he vertical, un poco menos duro, hasta una reunión medio colgada.
La tercera sigue por un diedro y es quinto, con pasos de quinto superior, que pueden negociarse de diferentes formas, por placa, en diedro, medio en bavaresa... cada uno como mejor le vaya. Se llega a una reunión muy colgada.
La última, que nos lleva hasta la cima, está como de cuarto superior en las reseñas, pero no nos confiemos, que es parecida a la segunda, aunque más corta y menos mantenida. Yo diría que hay varios pasos de quinto. La llegada a la cima es repentina, pasando de la verticalidad a la horizontalidad, bruscamente.
La cordada ha estado compuesta por Fernándo, Joan, y un seguro servidor.
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Escalada
viernes, 29 de mayo de 2009
El olor del pelotón
En el escrito titulado "Sin miedo", he hecho referencia a mi anterior actividad deportiva: el ciclismo. Eso ha desencadenado recuerdos entrañables que tengo ganas de contar, así es que inicio esta linea de comentarios y reflexiones, referidos a un tiempo pasado y a una actividad que ha llenado una buena parte de mi vida, agrupados bajo la etiqueta : "El olor del pelotón".
Los ciclistas, como los escaladores, son gente especial. Se afanan en el intento de alcanzar objetivos muy difíciles, a costa de grandes esfuerzos y sacrificios, cosa que, salvo contadas excepciones y nunca a partir de cierta edad, les va a suponer un beneficio económico, sino todo lo contrario, un gasto considerable. Además del esfuerzo físico, mental y económico, representa con frecuencia una fuente de conflictos familiares. Sin embargo, la satisfacción y el sentido que le da a la vida semejantes actividades, es tan fuerte que compensa sobradamente a quien tiene una vocación de este tipo y la cultiva, ante la mirada atónita de quienes le conocen y, siendo personas corrientes, no entienden ese énfasis. Ellos solo trabajan, comen, follan de vez en cuando y miran la televisión. Una vida así, para mí no tiene ningún sentido.
Por supuesto, no me estoy refiriendo a los ciclistas que salen el domingo a dar un paseo, sino a los que asumen retos, a límite de sus posibilidades, sean estas del calibre que sean.
Todo el mundo ha visto alguna vez pelotones de ciclistas en carrera, sobre todo en la televisión, pero hay algo que solo perciben los que van dentro y que suele quedarse en la mente con mucha firmeza: el olor. Se trata de un olor característico y penetrante, el olor de las cremas de masaje y calentamiento, más o menos es olor a linimento. Ese olor es muy fuerte y está siempre presente. En las salidas es donde se da mayor concentración. He conocido a corredores a los que la percepción de ese olor les disparaba los nervios y las pulsaciones.
Los ciclistas, como los escaladores, son gente especial. Se afanan en el intento de alcanzar objetivos muy difíciles, a costa de grandes esfuerzos y sacrificios, cosa que, salvo contadas excepciones y nunca a partir de cierta edad, les va a suponer un beneficio económico, sino todo lo contrario, un gasto considerable. Además del esfuerzo físico, mental y económico, representa con frecuencia una fuente de conflictos familiares. Sin embargo, la satisfacción y el sentido que le da a la vida semejantes actividades, es tan fuerte que compensa sobradamente a quien tiene una vocación de este tipo y la cultiva, ante la mirada atónita de quienes le conocen y, siendo personas corrientes, no entienden ese énfasis. Ellos solo trabajan, comen, follan de vez en cuando y miran la televisión. Una vida así, para mí no tiene ningún sentido.
Por supuesto, no me estoy refiriendo a los ciclistas que salen el domingo a dar un paseo, sino a los que asumen retos, a límite de sus posibilidades, sean estas del calibre que sean.
Todo el mundo ha visto alguna vez pelotones de ciclistas en carrera, sobre todo en la televisión, pero hay algo que solo perciben los que van dentro y que suele quedarse en la mente con mucha firmeza: el olor. Se trata de un olor característico y penetrante, el olor de las cremas de masaje y calentamiento, más o menos es olor a linimento. Ese olor es muy fuerte y está siempre presente. En las salidas es donde se da mayor concentración. He conocido a corredores a los que la percepción de ese olor les disparaba los nervios y las pulsaciones.
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El olor del pelotón.
Sin miedo
Improvisada escapada a Montserrat, con Juan Miguel, viejo compañero que tiene la escalada casi en desuso.
El objetivo era la normal de La Momia y, después, la Cerdá Pokorski de L'Elfant, vía que había hecho poco antes y que a Juan Miguel le atraía.
Lo de La Momia se quedó, al final, en agua de borrajas. Un fuerte sol en contraluz me hizo decidir que iríamos primero a la Cerdá Pokorski y, después, ya no volvimos a La Momia. Queda pendiente, al igual que otras escapadas intersemanales de gran interés, con Bermu, con Pere, con Toni...
El caso y lo que me llena de esperanza, es que hice toda la vía de primero y, sobre todo, que no pasé miedo alguno, sino que me encontré como pez en el agua. Eso, para mí, que acostumbro a escalar de segundo y que, cuando lo hago con la cuerda por debajo, suelo ir cagado de miedo, representa un gran paso en mi progresión. A ver si consigo convertirme en un escalador que merezca ese nombre. No aspiro ha hacer grado, pero quiero a aspirar a hacer el grado que hago, con la cuerda por abajo.
Me recuerda, en comparación con mi experiencia como corredor ciclista, cuando empecé a conseguir mantenerme y llegar en el grupo principal. Desde fuera parece fácil mantenerse en el pelotón, pero no lo es en absoluto. Hay que estar verdaderamente fuertecillo y, además, saber correr. Ser relleno, como dicen los ciclistas, no es algo brillante ante el público, pero es todo un logro personal para los que no somos gran cosa. Lo mismo que me pasa con escalar de primero.
Alegría pal cuerpo.
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Escalada
domingo, 24 de mayo de 2009
Sultans of swing
Sultanes del swing...nombre con aires musicales para una vía no muy conocida y que resulta atractiva. Sube al Gorro Mariner, por roca excelente, durante todo el recorrido.
Joan me había hablado varias veces de ella y esta semana me ha enviado la reseña por e. mail. Fernándo ha sido el tercero en concordia.
Precisamente ha sido él, Fernando, quien ha estrenado la escalada. Un primer tramo de cuarto sencillito, pero carente de seguros. Después se pone muy tieso, pero con canto que te cagas, yo le pondría cuarto superior. Aquí si que los paraboles van bastante seguidos. Reunión en una cómoda bauma.
El segundo, que es el más difícil, se lo había reservado Joan, desde el almuerzo, y ahí va. Se sale por una placa muy vertical, de quinto, quizá algún paso un pelín más. Bueno, en la salida de la reunión hay un paso que yo no he conseguido hacer. Después de diez minutos de tentativas, me he hartado y he utilizado un estribo. Parece ser que el paso es dificilillo, pero tampoco para tanto. Por lo visto, no he sabido verlo. Luego ya un tramo de quinto normal, bien asegurado y afloja. La reunión en una bauma muy grande, por la que se puede andar y todo.
La tercera para mi. Primero andando por la bauma y cuando se acaba, un pasito tontorrón para llegar a un parabol. Ahora un desplome que se supera con tres pasos de artificial, o libre de seis a más, o algo así. Mi opción, por descontado, que es la primera. Luego hay otro parabol seguido y en libre es más humano. Pero me da pereza salir de los estribos y, además, el ponerlos en este cuarto parabol me permite recuperarlos y plegarlos con comodidad. Ahora un tramo de cuarto y la reunión en una repisa todavía más grande que las anteriores.
Fernándo prueba en libre y saca en el primer paso, lo supera en a cero y lo demás si que lo saca en libre, con gran esfuerzo y tenacidad. Joan pasa en a cero las dos primeras chapas y lo demás en libre.
La cuarta la hace Joan. Muy bonita. Le dan quinto. Tiene un inicio expuesto, hasta alcanzar el primer seguro. Joan laza un pequeño merlet. Cuando llega mi turno subo muy bien, disfrutando mucho. Había hecho amago de empezar a llover, pero se ha contenido.
La última la hago yo, pero no puede considerarse una tirada. En la reseña dice que es tercero, pero realmente es andando.
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Escalada
domingo, 17 de mayo de 2009
Cerdá - Pokorski el L' Elefant
Cerdá - Pokorski, de nuevo una vía " de marca". No confundir con la Pokorski de la Trompa de L' Elefant, mucho más difícil. Esta está en la roca de Snt Salvador o L' Elefant. Para situarnos un poco, entre La Anglada de la Trompa y The wall. Se trata de una vía de estilo clásico montserratino, con todos los ingredientes que ello conlleva, pero en dosis muy asequibles.
Hacía tiempo que Joan la tenía en el punto de mira y hoy, que no había un plan definido, me la ha propuesto. Me ha parecido bien.
Hemos repartido las tiradas de antemano. Él haría la primera y la tercera y yo la segunda.
Despues de pasarnos por Sant Benet y dejar allí una mochila, cogemos el camino, como dicen los granadinos, y nos plantamos en el pie de vía.
La pared tiene un aspecto poco impresionante. Fácilmente situamos las reuniones y el recorrido. Joan empieza a escalar. Va encontrando algunos spits y buriles, pilla un
merlec y llega a la reunión con tiento, pero sin problemas, buscando el camino. Este largo, catalogado de cuarto, no es difícil, pero es un poco menos fácil de lo que parece viéndolo desde abajo.
Llego a la reunión y asumo mi papel de tomar el relevo. La tirada la marca de cuarto superior, creo que más por los alejes que por la dificultad en si.
Salgo flanqueando a la derecha por la bauma y coloco un friend, tal y como aconseja la reseña. Asomo a una placa muy vertical, pero con unos cantos que te puedes colgar de un brazo, o de los dos, y veo un spit muy cerca. Con un paso atlético lo alcanzo y veo otro a cinco o seis metros, en diagonal a la izquierda. Voy a buscarlo y, por el camino me encuentro un merlec que parece puesto para utilizarlo como seguro. Lo cazo y continuo. La dificultad sin ningún problema, más que sobrado de grado. El coco justito pero aguantando el tirón. Una vez en el segundo spit ya no se ve nada. Miro, deduzco el camino más lógico y voy subiendo paso a paso, siempre muy estable, el terreno es facilón. Me encuentro un viejo buril y lo chapo. Despues nada, solo roca. Voy avanzando y cada vez me encuentro más tranquilo y más seguro, y eso que cada vez hay menos seguros. Eso si, me muevo con precaución y reflexionando los movimientos. Lazo un merlec puntiagudo y ya veo la reunión. Un flaqueo a la izquierda y ya está.
Joan sube con la vista y la mente puestas en el último largo, graduado de quinto inferior. Se ve derecho. Lo empieza, busca un buril sin chapa que dice en la reseña, pero que no aparece, coloca un merlec y un friend juntos y se va a buscar un viejo buril, sin ver un buen spit. Despues dos spits más, con el que no ha visto, tres muy seguidos, en un tramo muy vertical, con muy buena presa, aunque no tan exagerada la del principio del segundo. Una escalada magnífica, lástima que corta. Luego un gran merlec y la cosa arrampa hasta la cima.
Buenas vistas en todas las direcciones.
Descenso y cerveza en Sant Benet, bocadillo en Monistrol y alegría para el cuerpo.
Una muy buena vía, con roca excelente. La recomiendo.
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Escalada
viernes, 15 de mayo de 2009
Soy un torpe, un unutil, un partera...
Puta mierda. Hoy me siento como una puta mierda.
Aprovechando que Fernando tenía fiesta y que yo tengo poco trabajo, dada la crisis que vivimos en general y especialmente en el sector al que pertenezco, hemos ido a escalar a Montserrat y nos hemos comido una mierda.
El objetivo era la Manyos de La Prenyada, allí hemos ido y por allí hemos empezado a subir.
A la primera, que es de artifo, le he metido yo y, despues de tres o cuatro paraboles, ya la cosa sigue con los buriles de toda la vida. Eso no me ha supuesto un problema e iba haciendo bien, hasta que he llegado a una ristra de chapas caseras en las que no entran mis moscatas. Se jodió el invento y a bajarse.
A continuación hemos preguntado en Sant Benet por una vía facilita y aconsejable y nos han aconsejado la Trinxats de La Trumfa, que realmente está guapa y bien asegurada.
La primera tirada la marcan de cuarto superior. Empiezo a subir yo y la cosa va bien, es cuarto, hasta que empieza a fallarme el coco, que es mi punto más débil y le digo al colega que la haga él.
Ha sido una inspiración divina la que me ha hecho bajarme en un sitio que, en principio, era fácil de cojones, porque a punto ha estado Fernando de hacer lo mismo que yo, pero al final ha llegado a la reunión, que no estaba lejos en distancia, pero la dificultad subía un grado o grado y medio, en ese último trecho.
Por un lado, si ese es el cuarto superior, ¿como será el quinto que marca en la segunda? Y, sobre todo, Fernando tiene que estar temprano en casa, por compromisos familiares. Total, que otra vez para abajo.
Ahora tengo dos cuernos abandonados (argot de Ramón Albert), uno en la Manyos y otro en la Trinxats. Habrá que ir a recuperlos. De todas formas, hoy era un día de esos que no salen las cosas bien. Mejor dejarlo para otro en el que haya una mejor inspiración por parte del altísimo, que es el que llega a todas partes.
Oremos...
Aprovechando que Fernando tenía fiesta y que yo tengo poco trabajo, dada la crisis que vivimos en general y especialmente en el sector al que pertenezco, hemos ido a escalar a Montserrat y nos hemos comido una mierda.
El objetivo era la Manyos de La Prenyada, allí hemos ido y por allí hemos empezado a subir.
A la primera, que es de artifo, le he metido yo y, despues de tres o cuatro paraboles, ya la cosa sigue con los buriles de toda la vida. Eso no me ha supuesto un problema e iba haciendo bien, hasta que he llegado a una ristra de chapas caseras en las que no entran mis moscatas. Se jodió el invento y a bajarse.
A continuación hemos preguntado en Sant Benet por una vía facilita y aconsejable y nos han aconsejado la Trinxats de La Trumfa, que realmente está guapa y bien asegurada.
La primera tirada la marcan de cuarto superior. Empiezo a subir yo y la cosa va bien, es cuarto, hasta que empieza a fallarme el coco, que es mi punto más débil y le digo al colega que la haga él.
Ha sido una inspiración divina la que me ha hecho bajarme en un sitio que, en principio, era fácil de cojones, porque a punto ha estado Fernando de hacer lo mismo que yo, pero al final ha llegado a la reunión, que no estaba lejos en distancia, pero la dificultad subía un grado o grado y medio, en ese último trecho.
Por un lado, si ese es el cuarto superior, ¿como será el quinto que marca en la segunda? Y, sobre todo, Fernando tiene que estar temprano en casa, por compromisos familiares. Total, que otra vez para abajo.
Ahora tengo dos cuernos abandonados (argot de Ramón Albert), uno en la Manyos y otro en la Trinxats. Habrá que ir a recuperlos. De todas formas, hoy era un día de esos que no salen las cosas bien. Mejor dejarlo para otro en el que haya una mejor inspiración por parte del altísimo, que es el que llega a todas partes.
Oremos...
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Escalada
domingo, 10 de mayo de 2009
Sargantanas (más o menos...)
Realmente es difícil seguir el antiguo trazado de la vía Sargantanas, al Gorro Mariner. La pared está completamente saturada de lineas de chapas, reuniones, descuelgues...
Digamos que hemos hecho la versión moderna de la vía, siguiendo la idea de escalar la cara más larga del monolito.
Se trata de una vía larguita, no muy difícil y bien asegurada. Agradable de recorrer en general, pero cuya guinda es el penúltimo largo, correspondiente, en realidad, a la vía Per Devant.
Empiezo el primer largo, que mas bien podría llamarse el primer corto. Tras quince o veinte metros de tercero - cuarto, podemos elegir la reunión que más nos guste, de entre un amplio surtido. Yo he elegido una de paraboles brillantes y nuevecitos, de la que parte una linea que es como un rosario de chapas relucientes, tan juntas que parece una linea discontinua de la carretera.
Fernándo, que es quien me ha acompañado, sigue con la segunda y no elige la ristra resplandeciente, sino que opta por otra line paralela, por la izquierda, también muy seguida e, igual que yo antes, tiene reuniones para elegir. La tirada en cuestión, por dónde nosotros pasamos, es de cuarto, con algún paso de cuarto superior, pero según por dónde se pase, puede ser algo distinto, aunque tampoco demasiado. Uno puede darse el gusto de elegir los pasos. A ver este, por aquí, este por allí... por doquier hay chapas, reuniones, descuelgues...
Sigo yo, ahora si que la cosa arrampa descaradamente y la dificultad no pasa de tercero, a pesar de lo cual, suigue habiendo bastantes paraboles, muchos para lo fácil que es. Eso si, yo los voy chapando que no estan los tiempos para desperdiciar. Llego a una reunión, la paso de largo, llego a otra, a la altura de las ruinas de la ermita, la paso también, como es tan fácil voy lanzado. Pienso que a ver si llego hasta la de antes de la tirada dificililla, pero no, Fernando me grita que se me está acabando la cuerda. Destrepo hasta la última que había pasado y la hago.
Llega Fernándo y sigo yo, que lo que quiero es que le toque a él la difícil, que para eso es el lider natural de la cordada.
La penúltima es magnífica, soberbia, espectacular, una maravilla... Con un gran ambiente, recorre una placa bastante vertical, con roca excelente y muy buenas presas (en algún paso no tan buenas). Los paraboles están cada cuatro o cinco metros (igual que en el tercero, es curioso). La dificultad es de cuarto y cuarto superior. Cuarto superior le daría yo a la tirada en conjunto. Fernándo la ha hecho de primero y yo me encargo de la última. Esta última reunión puede saltarse, pero con el inconveniente de no oir bien al compañero, así es que yo creo que mejor hacerla, por esa razón.
Las última es corta y fácilita, de tercero superior, de unos quice o veinte metros.
Y con eso, ya estamos arriba.
lunes, 4 de mayo de 2009
Cavall Bernat, vía Anglada - Guillamón
Vía Anglada - Guillamón, al Cavall Bernat, ¿Hay algo que suene más montserratino?
Seguir los pasos de aquella ilustre cordada, casi cincuenta años después, hasta la cima más desafiante y soñada por generaciones de escaladores de Montserrat, sólo puede ser un orgullo y un honor. No es demasiado difícil, pero hace falta manejar bien los estribos (o mucho, mucho grado, para sacarla en libre). Cuenta con todo el ambiente de las grandes paredes, ese que hace que me sienta alejado del mundo corriente, más cerca del cielo que de el suelo. Es sin duda, una gran clásica, una vía con pedigrí.
No tengo fotos de esta escalada. Llevaba una pequeña cámara en el bolsillo, pero no llegué a sacarla. No me preguntéis porqué, no tengo respuesta, es lo que me pidió el cuerpo.
La aventura empieza la tarde del día de antes, con esa sensación del que va a acometer algo importante. Hace un año y algo, abandoné desde una falsa reunión, intercalada en la quinta tirada. Mi compañero, como no, sería otra vez el mismo, Ferrán Pradas.
A las siete de la mañana suena el despertador y a la ocho recojo a Ferrán en la estación de Sants. Viene en tren desde su domicilio, en la falda del Montseny.
A las once, empiezo a trepar por la base de la canal, en dónde empieza la vía. Hoy no ha habido almuerzo en el bar, solo unas cuantas barritas energéticas en la mochila, es una vía larga y hay que ir por faena.
En las reseñas dice que se tardan cuatro o cinco horas, Nosotros hemos tardado diez. Desde luego que la velocidad no es nuestro punto fuerte.
El primer largo empieza siendo tercero, para llegar hasta cuarto, conforme se va enderezando la cosa. Se va avanzando de arbusto a arbusto, arbustos que pueden servirnos de seguro y, el penúltimo, es la reunión.
Llega Ferrán y continua con la siguiente. La canal se convierte en chimenea graduada de quinto. Para ser quinto, no la encuentro muy difícil. Como seguro, hay algún que otro buril y un árbol.
Para llegar a la reunión, que es colgada, hay que desviarse un poco a la izquierda, justo en dónde la chimenea se transforma en diedro. El equipamiento que encontramos es el que vamos a tener en todas las siguientes reuniones: dos spits con buena pinta y cuatro o cinco buriles.
Dice Ferrán que mejor sigue él en cabeza. Empieza en libre, de quinto superior, con algún que otro paso de Ao y, llevando unos diez metros, despliega los estribos. Yo hago algo parecido, pero con más Ao y saco los estribos dos o tres metros antes que él, estribos que no soltaríamos, prácticamente, hasta muy cerca de la cima.
La tercera reunión es también colgada y muy aérea. Noto que Ferrán está un poco inquieto. Coloca un friend y da el primer paso. Comento que esa la podría hacer yo y le faltan piernas para volver a la reunión. Es el momento en que necesita un descanso psicológico que me siento capaz de darle, a diferencia del anterior intento. Quizá fue eso lo que faltó, pero entonces no me veía capaz.
El diedro continua. Igual que en la tirada anterior, se alternan los clavos y los viejos buriles con spits de sólido aspecto. La cosa va sobre ruedas. Hay pasos largos, pero los soluciono con facilidad. Progreso relajadamente, charlando mientras subo. a los diez minutos, Ferrán ha recuperado la tranquilidad.
Llego a un paso complicado: un taco o, mejor dicho, lo que queda de él, tiene una baga medio rota, pasada por detrás. Muy lejos, un spit del que cuelga una baga desilachada, difícil de alcanzar. Recuerdo el gran esfuerzo físico y mental que me costó aquel paso, la otra vez. Al estar el taco metido en el diedro desplomado, resulta difícil superarse al primer peldaño y estirarse para coger el extremo de la baga. Además, el estado del material da mucho miedo.
Meto un buen friend quince centímetros más bajo que el taco y, desde él, decido probar el inventillo que habíamos preparado, para casos de emergencia: una antena de coche con un fifí en la punta. No es ninguna originalidad pero resulta muy práctico. ¡Jajajá! ¡Solucionado!
Un rato después, llego a la cuarta reunión, una baumita muy curiosa y útil. Es como el agujero de un queso de gruyere, en el que pueden sentarse dos persanas. En el anterior intento, aquí llegué agotado. Ahora estoy mas fresco que una lechuga y tengo una actitud mucho más tranquila y positiva. Es un indicador del progreso que he hecho.
Llega Ferrán y le pregunto como hacemos. Me contesta que le de todos los cacharros, que se va para arriba.
La quinta es la tirada clave de la vía, para hombres... Hasta allí, hemos ido encontrando bagas en las reuniones, que indicaban que la cordada que nos precedió había abandonado. Unos metros más arriba, se ve un mosquetón.
Ferrán se ha centrado por completo y demuestra que está en forma. Yo creo que no hubiese sido capaz de abrir ese largo.
Pasa el tiempo, la cuerda va saliendo lentamente del reverso. Nos oímos con cada vez más dificultad. Al final, no nos oímos en absoluto.
Por la cuerda que queda y los movimientos de ella, deduzco que está en la reunión. Lo llamo al móvil y me responde: "arf, ufff, estoy en la reunión, uuff, la tengo montada, ffff, sube arfff".
El extraplomo, que se inicia al final de la tercera, aquí se vuelve más pronunciado. Siempre pasos largos, buriles, spits, clavos, puentes de roca, bagas andrajosas, algún friend... El patio y la grandiosidad propios de la región de paredes... Llego a la falsa reunión desde la que hice el rapel más espectacular de mi vida, sesenta metros volados, pero volados, hasta apoyar la punta de los pies en el árbol de la segunda tirada, gracias al chicle de la cuerda. Es el punto de no retorno.
Ahora viene lo más "divertido". El extraplomo se vuelve pronunciadísimo y el equipamiento muy rústico, además, ha habido que colocar alguna que otra pieza. Avanzo estirándome, con uñas y dientes, hasta enganchar la deisy que llevo unida al arnés, sin fijarme mucho en dónde, que mejor no saberlo... A continuación, subo por la deisy, ganando palmo a palmo, así todos los pasos... Allí abajo, la Colonia Gomis.
Pienso que si algo me salta (cosa que no parece muy difícil), no se si voy a poder volver a la pared, porque me voy a quedar muy retirado... Bueno, llegado el caso, remontaré por las cuerdas. Por suerte, no fue necesario.
El extraplomo empieza a suavizarse y aparecen buenos spits. Eso si, muy separados. De dos de ellos cuelgan bagas,señal de que ha utilizado la antena.
El extrtaplomo cede por completo y un flanquéo, con salida final, en libre, me deja en la bauma mas acogedora del mundo, más grande que la anterior, se puede estar incluso tumbado. Me dejo caer en ella, ahora si que estoy cansado...uufffff.
Ferrán está con buenas sensaciones, casi radiante. Coge mi reverso, le coloca la cuerda para que le asegure y me lo da. Se va por un flanqueo un poco tonto, que no difícil y desaparece. Pasa un buen rato y me grita que va a salir en libre...Corre la cuerda y otra vez no nos oímos. Vuelvo a utilizar el móvil y entro en una placa vertical que es como escalar la cara de las nubes, de estancia agradable, no tira para atrás y todo son spits. De lo que no te libras es de estirarte. Hay un paso que no se como lo hubiésemos hecho sin la antena, estirado al máximo me falta casi medio metro y en libre, parece complicado.
Al fin la verticalidad cede y, con buena roca y grandes presas, alcanzo la cumbre del Cavall, con la últimas luces del día.
Hay unas cuerdas atascadas en el rapel y sus dueños esperan, desde abajo, a que se las recuperemos. Una cordada está en la última tirada difícil de la GAM de Diablos (una de las más duras de la vía).
Tomo la iniciativa en las maniobras de descenso y recuperación de la cuerdas atascadas... Empieza a haber poca luz.. Los de Diablos encienden los frontales. El mío está en la furgoneta, soy un tipo listo...
Una voz en off me orienta (es el habitante de San Antonio)... Al fin conseguimos descender, nosotros y todas las cuerdas... Los de Diablos están alcanzando la cresta cimera.
La voz en off pregunta si estamos ya abajo, le digo que si y le doy las gracias.
Nos juntamos con los dueños de las cuerdas atascadas, que son dos jóvenes que han hecho la Punsola. Son las diez de la noche, los vehículos están en Santa Cecilia. Somos cuatro y tenemos un frontal que casi no funciona. Descartamos bajar por la canal del Cavall, por precaución.
Después de perdernos varias veces en los alrededores cercanos, demostramos que, además de poco precavidos, por no llevar buenos frontales, somos bastante torpes para buscar el camino en la oscuridad, una combinación poco práctica. Finalmente, vamos hasta el Cap de Mort y, desde allí, bajamos al camino de San Jerónimo. Aquí ya si que si nos perdemos es para matarnos.
Al pasar la Pantxa del Bisbe, Ferrán quiere ir a Sant Benet, tomar algo allí y luego bajar por el camí de L' Arrel. Cosa muy lógica en condiciones normales, pero me veo toda la noche dando tumbos, desorientados en la negrura del bosque y le convenzo para que vayamos por el monasterio. Los chavales son de mi misma opinión. Muy lejos está la época en la que me recreaba en recorrer la montaña en solitario, durante la noche, siempre sin iluminación.
Cuando llegamos a Santa Cecilia, por la carretera y acompañados de un perro que se nos ha unido en el monasterio, vemos a los de la GAM de Diablos, repartiendo tranquilamente el material.
Finalmente, a las dos de la mañana, caigo en la cama, con todo el cuerpo dolorido y un buen sabor de boca, mientras Ferrán vivaquea en el sofá del comedor.
Seguir los pasos de aquella ilustre cordada, casi cincuenta años después, hasta la cima más desafiante y soñada por generaciones de escaladores de Montserrat, sólo puede ser un orgullo y un honor. No es demasiado difícil, pero hace falta manejar bien los estribos (o mucho, mucho grado, para sacarla en libre). Cuenta con todo el ambiente de las grandes paredes, ese que hace que me sienta alejado del mundo corriente, más cerca del cielo que de el suelo. Es sin duda, una gran clásica, una vía con pedigrí.
No tengo fotos de esta escalada. Llevaba una pequeña cámara en el bolsillo, pero no llegué a sacarla. No me preguntéis porqué, no tengo respuesta, es lo que me pidió el cuerpo.
La aventura empieza la tarde del día de antes, con esa sensación del que va a acometer algo importante. Hace un año y algo, abandoné desde una falsa reunión, intercalada en la quinta tirada. Mi compañero, como no, sería otra vez el mismo, Ferrán Pradas.
A las siete de la mañana suena el despertador y a la ocho recojo a Ferrán en la estación de Sants. Viene en tren desde su domicilio, en la falda del Montseny.
A las once, empiezo a trepar por la base de la canal, en dónde empieza la vía. Hoy no ha habido almuerzo en el bar, solo unas cuantas barritas energéticas en la mochila, es una vía larga y hay que ir por faena.
En las reseñas dice que se tardan cuatro o cinco horas, Nosotros hemos tardado diez. Desde luego que la velocidad no es nuestro punto fuerte.
El primer largo empieza siendo tercero, para llegar hasta cuarto, conforme se va enderezando la cosa. Se va avanzando de arbusto a arbusto, arbustos que pueden servirnos de seguro y, el penúltimo, es la reunión.
Llega Ferrán y continua con la siguiente. La canal se convierte en chimenea graduada de quinto. Para ser quinto, no la encuentro muy difícil. Como seguro, hay algún que otro buril y un árbol.
Para llegar a la reunión, que es colgada, hay que desviarse un poco a la izquierda, justo en dónde la chimenea se transforma en diedro. El equipamiento que encontramos es el que vamos a tener en todas las siguientes reuniones: dos spits con buena pinta y cuatro o cinco buriles.
Dice Ferrán que mejor sigue él en cabeza. Empieza en libre, de quinto superior, con algún que otro paso de Ao y, llevando unos diez metros, despliega los estribos. Yo hago algo parecido, pero con más Ao y saco los estribos dos o tres metros antes que él, estribos que no soltaríamos, prácticamente, hasta muy cerca de la cima.
La tercera reunión es también colgada y muy aérea. Noto que Ferrán está un poco inquieto. Coloca un friend y da el primer paso. Comento que esa la podría hacer yo y le faltan piernas para volver a la reunión. Es el momento en que necesita un descanso psicológico que me siento capaz de darle, a diferencia del anterior intento. Quizá fue eso lo que faltó, pero entonces no me veía capaz.
El diedro continua. Igual que en la tirada anterior, se alternan los clavos y los viejos buriles con spits de sólido aspecto. La cosa va sobre ruedas. Hay pasos largos, pero los soluciono con facilidad. Progreso relajadamente, charlando mientras subo. a los diez minutos, Ferrán ha recuperado la tranquilidad.
Llego a un paso complicado: un taco o, mejor dicho, lo que queda de él, tiene una baga medio rota, pasada por detrás. Muy lejos, un spit del que cuelga una baga desilachada, difícil de alcanzar. Recuerdo el gran esfuerzo físico y mental que me costó aquel paso, la otra vez. Al estar el taco metido en el diedro desplomado, resulta difícil superarse al primer peldaño y estirarse para coger el extremo de la baga. Además, el estado del material da mucho miedo.
Meto un buen friend quince centímetros más bajo que el taco y, desde él, decido probar el inventillo que habíamos preparado, para casos de emergencia: una antena de coche con un fifí en la punta. No es ninguna originalidad pero resulta muy práctico. ¡Jajajá! ¡Solucionado!
Un rato después, llego a la cuarta reunión, una baumita muy curiosa y útil. Es como el agujero de un queso de gruyere, en el que pueden sentarse dos persanas. En el anterior intento, aquí llegué agotado. Ahora estoy mas fresco que una lechuga y tengo una actitud mucho más tranquila y positiva. Es un indicador del progreso que he hecho.
Llega Ferrán y le pregunto como hacemos. Me contesta que le de todos los cacharros, que se va para arriba.
La quinta es la tirada clave de la vía, para hombres... Hasta allí, hemos ido encontrando bagas en las reuniones, que indicaban que la cordada que nos precedió había abandonado. Unos metros más arriba, se ve un mosquetón.
Ferrán se ha centrado por completo y demuestra que está en forma. Yo creo que no hubiese sido capaz de abrir ese largo.
Pasa el tiempo, la cuerda va saliendo lentamente del reverso. Nos oímos con cada vez más dificultad. Al final, no nos oímos en absoluto.
Por la cuerda que queda y los movimientos de ella, deduzco que está en la reunión. Lo llamo al móvil y me responde: "arf, ufff, estoy en la reunión, uuff, la tengo montada, ffff, sube arfff".
El extraplomo, que se inicia al final de la tercera, aquí se vuelve más pronunciado. Siempre pasos largos, buriles, spits, clavos, puentes de roca, bagas andrajosas, algún friend... El patio y la grandiosidad propios de la región de paredes... Llego a la falsa reunión desde la que hice el rapel más espectacular de mi vida, sesenta metros volados, pero volados, hasta apoyar la punta de los pies en el árbol de la segunda tirada, gracias al chicle de la cuerda. Es el punto de no retorno.
Ahora viene lo más "divertido". El extraplomo se vuelve pronunciadísimo y el equipamiento muy rústico, además, ha habido que colocar alguna que otra pieza. Avanzo estirándome, con uñas y dientes, hasta enganchar la deisy que llevo unida al arnés, sin fijarme mucho en dónde, que mejor no saberlo... A continuación, subo por la deisy, ganando palmo a palmo, así todos los pasos... Allí abajo, la Colonia Gomis.
Pienso que si algo me salta (cosa que no parece muy difícil), no se si voy a poder volver a la pared, porque me voy a quedar muy retirado... Bueno, llegado el caso, remontaré por las cuerdas. Por suerte, no fue necesario.
El extraplomo empieza a suavizarse y aparecen buenos spits. Eso si, muy separados. De dos de ellos cuelgan bagas,señal de que ha utilizado la antena.
El extrtaplomo cede por completo y un flanquéo, con salida final, en libre, me deja en la bauma mas acogedora del mundo, más grande que la anterior, se puede estar incluso tumbado. Me dejo caer en ella, ahora si que estoy cansado...uufffff.
Ferrán está con buenas sensaciones, casi radiante. Coge mi reverso, le coloca la cuerda para que le asegure y me lo da. Se va por un flanqueo un poco tonto, que no difícil y desaparece. Pasa un buen rato y me grita que va a salir en libre...Corre la cuerda y otra vez no nos oímos. Vuelvo a utilizar el móvil y entro en una placa vertical que es como escalar la cara de las nubes, de estancia agradable, no tira para atrás y todo son spits. De lo que no te libras es de estirarte. Hay un paso que no se como lo hubiésemos hecho sin la antena, estirado al máximo me falta casi medio metro y en libre, parece complicado.
Al fin la verticalidad cede y, con buena roca y grandes presas, alcanzo la cumbre del Cavall, con la últimas luces del día.
Hay unas cuerdas atascadas en el rapel y sus dueños esperan, desde abajo, a que se las recuperemos. Una cordada está en la última tirada difícil de la GAM de Diablos (una de las más duras de la vía).
Tomo la iniciativa en las maniobras de descenso y recuperación de la cuerdas atascadas... Empieza a haber poca luz.. Los de Diablos encienden los frontales. El mío está en la furgoneta, soy un tipo listo...
Una voz en off me orienta (es el habitante de San Antonio)... Al fin conseguimos descender, nosotros y todas las cuerdas... Los de Diablos están alcanzando la cresta cimera.
La voz en off pregunta si estamos ya abajo, le digo que si y le doy las gracias.
Nos juntamos con los dueños de las cuerdas atascadas, que son dos jóvenes que han hecho la Punsola. Son las diez de la noche, los vehículos están en Santa Cecilia. Somos cuatro y tenemos un frontal que casi no funciona. Descartamos bajar por la canal del Cavall, por precaución.
Después de perdernos varias veces en los alrededores cercanos, demostramos que, además de poco precavidos, por no llevar buenos frontales, somos bastante torpes para buscar el camino en la oscuridad, una combinación poco práctica. Finalmente, vamos hasta el Cap de Mort y, desde allí, bajamos al camino de San Jerónimo. Aquí ya si que si nos perdemos es para matarnos.
Al pasar la Pantxa del Bisbe, Ferrán quiere ir a Sant Benet, tomar algo allí y luego bajar por el camí de L' Arrel. Cosa muy lógica en condiciones normales, pero me veo toda la noche dando tumbos, desorientados en la negrura del bosque y le convenzo para que vayamos por el monasterio. Los chavales son de mi misma opinión. Muy lejos está la época en la que me recreaba en recorrer la montaña en solitario, durante la noche, siempre sin iluminación.
Cuando llegamos a Santa Cecilia, por la carretera y acompañados de un perro que se nos ha unido en el monasterio, vemos a los de la GAM de Diablos, repartiendo tranquilamente el material.
Finalmente, a las dos de la mañana, caigo en la cama, con todo el cuerpo dolorido y un buen sabor de boca, mientras Ferrán vivaquea en el sofá del comedor.
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Escalada
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