Mi vida ciclista ha tenido pocos éxitos y he sido, a veces regular, a veces malo del todo. Sin embargo, cuento con algunos momentos de pequeña gloria en mi palmarés. La gran mayoría de los corredores, muchos de ellos mejores que yo, nunca han ganado nada, la mayoría nunca ha hecho un puesto de podium. En ese sentido puedo considerarme un privilegiado, ya que, a pesar de haber corrido con más pena que gloria, he tenido momentos de éxito. Momentos en los que alguna ley cósmica misteriosa me ha dado las fuerzas y la inteligencia para conseguir algún que otro pequeño éxito. Claro que el verdadero y gran éxito ha sido el poder participar y disfrutar el ciclismo.
En una ocasión mi mujer me regaló una muy buena bicicleta por mi cumpleaños. El cuadro era de última generación, el mismo que llevaba Indurain. Encargó el montaje de la bicicleta en secreto, sonsacándome con disimulo, datos como la talla, medida de bielas, de potencia, etc. y pactó que me la entregasen justo el día de mi cumpleaños, día que me llevó hasta la tienda con excusas y allí me montaron una broma. Finalmente me dieron la flamante bicicleta y Celestino Prieto, dueño de la tienda y excorredor profesional de renombre, en un momento en el que estábamos solos me dijo: "tú si que has triumfado, con esa mujer".
He empezado a hablar de éxitos y días felices y una cosa me ha llevado a la otra, pero lo que en realidad quiero narrar ahora es el día más feliz de mi vida ciclista, quizá el mas feliz de mi vida en general. No es el día que gané como los campeones, ni el que gané como los zorros. Esos fueron días muy felices, días en los que crucé la meta levantando los brazos, cosa que es lo máximo en el ciclismo, y mucho más para un corredor mediocre, como yo, pero el día más feliz fue el que, por primera vez, conseguí llegar en el pelotón. Pensaba contarlo ahora pero, como ya me he extendido mucho, lo contaré en la próxima entrega de "El olor del pelotón".
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1 comentario:
cuantos recuerdos me ha traído leer esto...cuantos!
Un año estuve pagando esa bicicleta con mi modesto sueldo y bien feliz de hacerlo.
Ahora me da tristeza leer el comentario de Celestino Prieto:
"tú si que has triumfado, con esa mujer".
Qué poco valor le has dado a ese triunfo, que poco y cuanto dolor me has provocado.
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